Lo primero que nos llama la atención antes de llegar a Antalya es que hay un enorme portaaviones fondeado a pocas millas de la costa, frente a la ciudad.
No podemos distinguirlo exactamente pero imaginamos que formará parte de la flota americana en el mediterráneo porque en esta zona ya estamos relativamente cerca de la costa Siria.
En Antalya tenemos localizado un parking en pleno puerto y hacia allí nos dirigimos. La zona en la que nos tenemos que desviar hacia el parking está en obras y nos tememos lo peor pero finalmente llegamos sin problemas y el parking está genial.
Hay sitio libre y las tarifas del parking están expuestas en la garita de entrada pero cuando le pregunto por el precio para pasar la noche me dice un precio que no tiene nada que ver. El chico del parking no habla inglés pero está con otro chico que sí que habla un poco y le indico las tarifas y le pregunto porque no nos cobra según eso.
Le mira al del parking como diciendo "que quieres que le cuente" y al final nos dice que vale y que nos cobra lo que pone en el papel o sea que nos quedamos por 10TL/día. El sitio está genial y aunque no tiene servicios, no nos importa porque venimos cargados de Çirali y como la previsión no es muy mala, podemos estar tres o cuatro días sin enchufarnos ni cargar agua. ¡A disfrutar de Antalya!
Para aprovechar el día, enseguida nos preparamos y nos ponemos en marcha. En cuanto bajamos al puerto hacemos la primera turistada. Viene un chico de uno de los barcos que están atracados y nos ofrece dar un paseíto de media hora para ver la costa cercana, unas cascadas y unas cuevas que hay en los acantilados que bordean la ciudad. El precio es bastante asequible (30TL por los cuatro) y le decimos que si salimos ya que vale.
A los pocos minutos sube también una parejita joven. El "ya mismo" inicial se acaba convirtiendo en veinte minutos de espera mientras intenta conseguir algún cliente más. Al final estoy ya un poco mosqueado y el tío lo nota porque cuando me levanto para decirle que nos largamos se pone en marcha para largar amarras y en dos minutos estamos navegando.
El día está precioso para un paseo en barco y la costa de Antalya se presta mucho a ello porque toda ella es un enorme acantilado. El problema es que realmente no nos acercamos demasiado ni a los acantilados ni a las cascadas ni a las cuevas y al final de la media hora nos sentimos un poco decepcionados aunque los pekes han disfrutado de la experiencia y se lo han pasado teta vacilando con la parejita que venía con nosotros que les han dado mucha caña.
Terminado nuestro miniperiplo marino, seguimos nuestro paseo por el puerto y podemos ver como hay multitud de barcos que salen a hacer el paseo por la costa y son muchos los que se dedican a "captar" clientes para esos paseos. Quizá hubiera sido mejor no montarse en el primero que nos lo ofrece y haber mirado un poco más pero a todo pasado…
Subimos a la ciudad por las callejuelas que ascienden desde el puerto y andamos un rato sin rumbo fijo, simplemente disfrutando del paseo y al final, ya cansados, nos sentamos a tomar un té en una terraza de un restaurante colgado sobre el acantilado con unas vistas espectaculares sobre el puerto y la costa. De vuelta a la autoca callejeamos un poco más y acabamos bajando por las calles más comerciales de la zona del puerto donde hay una especie de bazar al aire libre.
Al día siguiente los pekes hacen clase mientras yo voy a buscar una lavandería que he encontrado en Internet. La encuentro y dejo la ropa lavando mientras me voy a dar una vuelta y localizo un parque chulo para venir a la tarde y hasta me da tiempo a sentarme a escribir un rato a un bar cercano. Vuelvo a última hora a recoger la ropa y hablo un rato con la dueña del negocio que resulta que es una chica alemana llamada Katia que ha decidido buscarse la vida en Turquía y aparte de la lavandería, tiene un par de habitaciones que alquila.
A la tarde lo primero que hacemos al salir es pasarnos por el museo del juguete porque lo tenemos casi al lado del aparcamiento. No es muy grande pero es bonito y está bien organizado por temáticas. Es muy retro y a Elena y a mí nos trae muchísimos recuerdos de los juegos de nuestra infancia y los pekes flipan cuando ven algunos de los juguetes que teníamos nosotros de pequeños.
Después seguimos el paseo hasta la zona del mirador-torreón y el parque que he visto a la mañana. Para llegar hasta allí tenemos que pasar por la lavandería de Katia y cuando nos acercamos porque quiero enseñársela a Elena, nos llevamos la sorpresa de que está cerrada, con el cartel quitado y con un pintada hecha con spray donde antes estaba el cartel que dice en ingles "Cerrado por el fascismo contra los extranjeros en Turquía".
Nos quedamos muy sorprendidos porque yo he estado ahí mismo hace pocas horas y no he sentido nada raro ni Katia ha comentado nada. Lo cierto es que el clima político en Turquía en estos momentos está un poco alterado, pero es más entre las propias facciones turcas que contra los extranjeros. Nosotros no hemos sentido ninguna animadversión en ningún momento y esto nos sorprende bastante.
Lo comentamos con nuestros amigos de Bodrum pero tampoco nos saben dar ninguna explicación. Al final lo tomamos como una casualidad aislada porque tampoco podemos hacer nada más. Seguimos con nuestro paseo y pasamos una tarde muy tranquilita en el parque y de vuelta hacemos unas compras en la zona del bazar.
Al día siguiente me toca clase a mí y Elena aprovecha para darse un paseíto y relajarse un poco que los pekes son muy absorbentes y de vez en cuando es necesario desconectarse un poco.
A la tarde nos vamos andando hasta la puerta de Adriano y nos quedamos a tomar algo en una curiosa calle que está toda cubierta de paraguas de colores que le aportan un toque de colorido muy especial. El día está despejado pero sopla un viento frio que corta la cara y en esta calle no encontramos ningún sitio para sentarnos a cubierto y no aguantamos mucho sentados en la terraza así que en quince minutos nos hemos puesto en marcha para la zona comercial de Antalya porque queremos hace algunas compras antes de irnos mañana.
Llegamos enseguida y podemos ver que en una de las plazas cercanas, hay una especie de concentración de protesta. Nos acercamos a echar un vistazo y podemos ver que se trata de una especie de homenaje-protesta por Berkin Elvan, un niño herido por un bote de humo en las protestas de Estambul del año pasado que estuvo en coma desde entonces y que recientemente ha fallecido.
Creo que lo he comentado en algún post anterior pero en este momento, en Turquía, están en plena campaña electoral para las elecciones municipales que serán a finales de marzo y todas las sensibilidades políticas están a flor de piel. Seguimos con nuestras compras y acabamos tomando un capuccino en una cafetería de la calle principal mientras la concentración se transforma en manifestación y se aleja calle abajo entre gritos de protesta. En el rato que nosotros hemos visto no ha habido ningún incidente pero por si acaso nos mantenemos a distancia.
Cuando nos disponemos a pagar para irnos, nos meten la, que consideramos, primera clavada de verdad en Turquía. ¡Nos cobran 9TL por un capuccino (unos 3€)! Que puede ser un precio europeo pero para Turquía es bastante caro. Se nota que Antalya es bastante turística. ¡Eso nos pasa por pedir capuccinos en vez de té!
Entretanto, hemos aprovechado estos días para decidir qué hacer con nuestro periplo de vuelta a Estambul. Con mucha pena, vamos a prescindir de Capadocia porque las temperaturas por allí son bastantes bajas y la vuelta que tenemos que dar es demasiado grande y vamos a hacer el regreso pasando por Pamukkale que es más corto y menos extremo, climatológicamente hablando.
Así que al día siguiente dejamos Antalya y nos ponemos en marcha hacia Pamukkale. No es un gran recorrido pero si es más largo de lo que estamos habituados a hacer. Hasta ahora hemos ido costeando Turquía tranquilamente haciendo 60-80 Kms. diarios y tomándonoslo en plan tranquilo y en las siguientes etapas va a tocar hacer más kilómetros.
Camino de Pamukkale, llegamos a Denizli y aprovechamos para entrar en un centro comercial y reponer existencias. Desde allí a Pamukkale hay pocos kilómetros y en cuanto coges la carretera se ve a lo lejos una enorme mancha blanca que indica donde está nuestro destino.
Llegamos a nuestra primera opción para acampar pero parece que es una especie de aquapark y no hay ni rastro de un parking de autocaravanas. Aparcamos un momento allí mismo y me bajo para echar un vistazo por los alrededores cuando sale un señor de un restaurante que está frente a nosotros y nos dice que podemos acampar allí. Voy con él a echar un vistazo al sitio y la verdad es que está genial.
Es un restaurante con una gran zona verde rodeándolo, una enorme piscina, WIFI incluido y además estamos frente a la colina de Pamukkale con unas vistas preciosas. Le pregunto por el precio y me dice que 20TL (o eso le entiendo yo como podréis ver después). Un precio perfecto, quizá demasiado bueno para un destino de primera línea como Pamukkale pero como estamos fuera de temporada, lo veo factible. ¡Nos quedamos!
Nos instalamos, enchufamos la autoca y me voy con los pekes a dar una vuelta a ver que vemos en los alrededores. Llegamos enseguida hasta la zona de la colina y vemos que en la parte de abajo hay un parque precioso al que se puede acceder de forma gratuita y desde el que se ve toda la colina blanca de Pamukkale. También hay una especie de laguito en el que se pueden alquilar barquitas para darse un paseo.
Seguimos un poco más adelante y llegamos hasta la zona por la que hay que entrar, ya pagando, al área visitable de Pamukkale y las ruinas de Hierapolis, la ciudad que se construyó junto al "castillo de algodón" que sería la traducción literal de Pamukkale del Turco. No entramos pero ya sabemos dónde tenemos que venir mañana y nos volvemos para la autoca a pasar una tranquila noche en el camping.
Al día siguiente desayunamos, preparamos mochilas y nos ponemos en marcha para subir a Pamukkale. Vamos directos porque ayer ya vimos por donde se entra. Desde el torno de entrada hasta donde empiezan las formaciones de carbonato cálcico hay unos doscientos metros que recorremos enseguida con ganas de pisar ya la piedra blanca.
¡Sorpresa! No lo habíamos leído en ningún lado y resulta que para subir a Pamukkale andando por las cascadas hay que ir descalzo así que nos quitamos las botas y las guardamos en unas bolsas que hay allí y las metemos en la mochila. Ya descalzos nos metemos en la cascada y sentimos el tacto de la roca blanca directamente en las plantas de los pies.
¡Ufff! Espero que más arriba el agua esté más caliente porque aquí abajo está helada. Los pekes, que normalmente van siempre rezagados y a lo suyo, esta vez van por delante y hay que gritarles para que esperen. Se van metiendo en todas las piscinas que encuentran y dudamos mucho que la ropa pueda llegar seca hasta arriba.
A mitad de la subida, empiezan a aparecer piscinas más grandes y estas están ya calentitas. "¡Pamukkale es lo mejor del mundo mundial!" gritan entusiasmados mientras prueban todas las piscinas que se van encontrando y saltan de charco en charco.
Llegamos a la parte de arriba y aparecen ya cinco o seis piscinas escalonadas seguidas y con una temperatura muy agradable. El día está completamente despejado y el marco es incomparable. Un cielo azul precioso recortado contra los bordes blancos de las piscinas. ¡Guau! Realmente merece la pena la visita.
En esta parte, los pekes hacen un par de intentonas de que les dejemos bañarse pero hacemos de padres petardos y no les dejamos porque nos parece que, aunque hace buen día, el viento es bastante frio y nos da un poco de miedo que se pillen algo a estas alturas.
Llegados arriba, nos volvemos a poner el calzado y recorremos la parte alta de la colina y las ruinas de la ciudad de Hierapolis que resulta ser casi tan bonita como las cascadas, sobre todo el teatro que ha sido restaurado y resulta increíble de ver casi igual que lo vieron los antiguos pobladores de la ciudad.
Lo que estamos viendo es tan maravilloso y tiramos tantas fotos que mientras estamos en el teatro nos quedamos sin batería en la cámara y el resto del día tenemos que usar la cámara del móvil. Llevamos una buena tanda de andar pero todavía conseguimos ir a ver la tumba de San Felipe en lo alto de un pequeño promontorio localizado al sur de las ruinas principales antes de que los pekes se declaren en huelga de piernas definitivamente.
Después de descansar un rato bajamos de nuevo a la zona de las piscinas pero, esta vez, cuando llegamos, hay un par de niños bañándose y la verdad es que a la vista de los niños disfrutando, las piscinas calentitas, el cielo y el sol, nuestros argumentos de viento frio parecen una tremenda estupidez y sacamos los bañadores que llevábamos en la mochila y les dejamos meterse.
Disfrutan como nunca del agua caliente, nadando y chapoteando y nosotros disfrutamos igual viéndoles desde arriba. Juegan también un rato con los otros niños que están en la piscina y al cabo de casi dos horas, conseguimos que salgan que el sol ya empieza a bajar y se va notando. ¡Vaya rato más alucinante que hemos pasado!
A veces con la excusa de protegerles de los problemas, evitamos que pasen un rato tan genial y especial como este. ¡Somos padres y es difícil encontrar el término medio aunque en este caso hemos visto la luz, je je!
Los pekes se secan y se visten y organizamos las mochilas para disponernos a bajar. Hay que hacer todo el recorrido en sentido contrario y, por supuesto, descalzos. ¡Ufff! Las plantas de los pies sufren bajando mucho más que subiendo y hay zonas con piedritas pequeñas en que de verdad lo paso mal y veo que Elena también. Por fin llegamos abajo con las plantas bastante doloridas y agradezco muchísimo poder ponerme los calcetines y las botas. ¡Ahh, que maravilla poder pisar sin que duela!
Los pekes están tristes porque se han quedado con muchas ganas de más Pamukkale. Lo comento con Elena y la verdad es que nos da igual quedarnos un día más y volver a subir y la entrada de los cuatro son 40TL (unos 14€). Lo dejamos en el aire y decidiremos mañana según el tiempo.
Amanece un día esplendido, completamente despejado y sin viento. No les decimos nada a los pekes todavía pero en cuanto terminamos con las clases preparamos las mochilas y cuando se enteran de que vamos a volver a subir, dan saltos de alegría. Hoy yo también me cojo el bañador y si la temperatura acompaña me meto con ellos.
Como ya sabemos el camino de memoria, disfrutamos la subida sin prisa. Es sábado pero no hay mucha gente y nuestro único objetivo para hoy es pasarlo bien en las piscinas porque ayer ya visitamos todo lo visitable y vamos tranquilos parando todo lo que haga falta.
Nada más llegar arriba nos ponemos los bañadores y nos metemos en la piscina más alta. En este momento no hay nadie más bañándose y disfrutamos a fondo de nuestra piscina privada. Mientras los pekes juegan, yo me tumbo a la bartola con la cabeza apoyada en el borde y el cuerpo sumergido en el agua calentita. ¡Ahhh, que a gusto se está!
Se nos pasa el tiempo volando. Al rato se meten también un par de chicos y una chica españoles con los que nos hemos cruzado en la subida y después ya se van metiendo poco a poco más gente. A pesar de estar en marzo, el día aguanta muy bien y la temperatura invita a darse un bañito.
Los pekes todavía se quedan un rato más y salen arrugados como pasas. Después de secarles, descansamos un rato, comemos algo y hacemos una visita rapida al museo y al salir ya nos vamos a pasar el calvario de la bajada de nuevo. Hoy Elena y yo lo pasamos peor porque todavía tenemos las plantas un poco doloridas de ayer pero, sin duda, ha merecido la pena y Pamukkale ha pasado a ser uno de los TopTen del viaje para nosotros y, por supuesto, para los pekes.
Al día siguiente queremos salir ya hacia Estambul, contando nuestros últimos días en Turquía y cuando voy a pagar la estancia, me llevo la sorpresa de que no son 20TL/día sino 20€/día. La diferencia es considerable y no teníamos previsto pagar esa cantidad. Probablemente sea cierto que me lo dijo y yo le entendí mal pero sabiendo ese precio no nos hubiéramos quedado y hubiéramos buscado otro sitio. Se lo intento hacer entender y al final llegamos a un acuerdo intermedio y lo dejamos en 110TL por los 3 días.
Solucionado este pequeño incidente, nos ponemos en marcha hacia Estambul. Vamos a hacer los 700kms. que nos separan de la ciudad, en dos etapas por el interior. Nos apetece mucho volver allí.