Pasamos de Austria a Alemania sin enterarnos. Normalmente solemos ver un cartelito de Welcome o el típico cartel de las estrellas de la unión europea pero esta vez no hemos visto ni una triste garita y como los carteles están en alemán en los dos países, suponemos que estamos ya en Alemania por los kilómetros que llevamos hechos.
Aunque la ciudad que nos queda de paso es Munich, hemos decidido que nos la saltamos porque nos apetecen unos días tranquilos antes de llegar a Legoland así que hoy vamos a dormir a Bad Aibling, un área de autocaravanas que tiene el dudoso honor de quedar bien situada en nuestra ruta hacia Legoland.
El sitio resulta ser muy bonito. Un área tranquila al lado de un complejo termal y rodeada de rutas para pasear y andar en bici. No traemos ningún plan concreto y aprovechamos para adelantar clases porque cuando lleguemos al parque, estaremos 2 o 3 días sin tocar los libros.
Hoy le toca clase a Elena y yo me voy a dar una vueltilla. Veo las termas y unas instalaciones de patinaje sobre hielo que ahora están cerradas. Las termas podrían ser un buen plan pero salen un poco caras para el tiempo que podemos estar. Al final, salvo la lucha diaria con el tema de las clases, el día pasa relajado, los pekes jugando y nosotros tranquilos, haciendo alguna de las cosillas que siempre tenemos pendientes.
Al día siguiente acabamos las clases pronto y movemos la autoca para buscar un parque donde pasar un rato y acabamos encontrando una especie de área recreativa que tiene un minigolf superchulo y nos quedamos a echar una partida. Nos hacemos los dieciocho hoyos apuntando los golpes como los profesionales y Elena resulta clara vencedora con cuatro golpes de diferencia con el segundo, je je. Ha sido divertido.
Comemos en el mismo parking del área recreativa y nos ponemos en marcha hacia nuestro siguiente destino. Esto de conducir después de comer no es lo mío y a medio camino tenemos que parar a tomar un cafecito porque me estoy amodorrando. La parada me espabila un poco y reanudamos el viaje para llegar a media tarde al pequeño pueblo de Sulzemoos y aparcarnos junto a unas cuantas autocas que ya ocupan una sencilla área de autocaravanas.
El sitio en sí no tiene nada especial que visitar pero es un área gratuita ofrecida por un gran centro de venta de autocaravanas que además queda muy cerca de la autopista por lo que casi no tenemos que desviarnos de nuestra ruta.
Dejamos la autoca enchufada y nos vamos a conocer un poco el pueblito que queda a un kilómetro del área. Tiene pinta de ser un pueblo bastante residencial y después de unas cuantas vueltas, no conseguimos encontrar ni un bar, ni un parque, lo cual dice bastante de la vida que se hace aquí así que nos sentamos un rato a descansar en unos bancos y volvemos por donde hemos venido.
A la vuelta, en las afueras del pueblo, encontramos abierto una especie de restaurante/obrador y allí nos tomamos nuestra primera cerveza alemana sentados en unas mesas que tienen fuera y disfrutando del poco calorcito que nos ofrece el sol primaveral.
Al llegar de vuelta a la autoca me acerco por el almacén de Ac para mirar algunas cosillas pero ya está cerrado. Me doy una vuelta por el exterior y alucino porque veo que aquí hay, literalmente, miles de autocaravanas de todos los tipos, tamaños y marcas. Es increíble. Nunca había visto tantas autocaravanas juntas. Algunas son verdaderos palacios rodantes. Bufff…, nuestra Laika es un apartamentillo a su lado.
Si alguien está pensando en comprarse una autocaravana, puedo asegurarle que aquí puede verlas prácticamente todas.
Al día siguiente me acerco por el almacén y es un tremendo peligro porque tienen de todo. Al final, cojo un par un par de lámparas LED que se nos habían fundido y otro par de repuestos más y tengo que hacer enormes esfuerzos de autocontrol para no empezar a comprar un montón de cosas alucinantes a precios exorbitantes y que seguramente no necesito. Diosss… llevamos el consumismo tan metido...
Mientras Elena acaba de dar clase con los pekes, me voy paseando hasta un McDonalds que hay en el restop de la autopista, a escribir un rato y a la tarde hacemos al revés para darle un respiro también a ella. Nos queda un mes para tener que entregar las actividades del tercer trimestre de los pekes y aunque no vamos mal, nos quedan bastantes días de visitas en los que no vamos a poder hacer nada y hay que intentar adelantar trabajo.
El sábado desayunamos y salimos tranquilos para hacer nuestra última etapa hacia Legoland. Llegamos al área de autocaravanas de Gunzburg poco antes de mediodía y nos instalamos para pasar un par de días tranquilos hasta que, el lunes, nos movamos ya al parque que está a unos 8 kms.
El fin de semana pasa sin pena ni gloria y como el tiempo no acompaña demasiado nos dedicamos a hacer vida casera, dar clase, escribir, leer, jugar... Y por fin llega el lunes. El día D. Madrugamos un poquillo porque, aunque hemos hecho la reserva por Internet, todavía tenemos que hacer el check-in en el área de autocas del parque antes de poder entrar y queremos tenerlo todo listo para las 10 que es cuando abren.
No hay mucha gente y en cinco minutos estamos registrados. El área de autocaravanas de Legoland es una pasada y aunque no estamos en temporada alta, hay bastantes autocas aparcadas. El entorno es precioso y los servicios no tienen nada que envidiar a los de un camping. Tenemos hasta lavadora-secadora.
Dejamos la autoca enchufada, cogemos nuestras mochilas y seguimos un caminito que sale desde el área y que atravesando un bosquecillo, en diez minutos te lleva hasta el parque. Al final hemos conseguido llegar un poco antes de que abran y no somos los primeros pero casi.
Delante nuestro solo hay diez o doce personas esperando. Llegan las 10:00 pero parece que hay algún problema y nos hacen sufrir unos cuantos minutos más. Al final abren los tornos y comienza la primera de las dos jornadas que vamos a pasar en la meca del LEGO y que resultan alucinantes.
Desde el punto de vista de un parque de atracciones, Legoland cumple pero no es especialmente grande ni espectacular. Sin embargo desde el punto de vista de unos flipados de LEGO es realmente increíble. Las enormes figuras de todo tipo hechas con ladrillos de LEGO que adornan todo el parque son una pasada.
Las recreaciones y la ambientación de las escenas de STARWARS son sencillamente espectaculares y las construcciones de diferentes edificios y zonas de ciudades alemanas y europeas son soberbias, por lo menos a los ojos de un friki incondicional como yo.
Los canales de Venecia, las dársenas de carga de un puerto comercial, la puerta de Brandemburgo, el parlamento de alemán, el aeropuerto de Munich, la torre de comunicaciones de Berlín, los molinos holandeses, los cargueros... Todo hecho con un detalle y un mimo increíbles.
Ver el Allianz Arena, el estadio del Bayern de Munich, construido a una escala enorme, con todas las gradas llenas y decenas de miles de figuritas de LEGO sentadas viendo un partido me deja ya alucinado del todo. ¡Qué gran trabajo!
Vamos probando las atracciones e incluso nos animamos a ver la LEGO Movie en alemán. Aunque no hace especialmente bueno, el tiempo aguanta sin llover y disfrutamos tremendamente del día. Fuimos de los primeros en entrar y somos de los últimos en salir cuando ya todas las atracciones están cerradas.
De camino a la autoca, hay una zona con una especie de parque de aventura con tirolinas sobre un pequeño lago, algunos columpios y un circuito de triciclos y coches de pedales para los pekes donde todavía nos toca pasar otra horita sentados mientras ellos hacen gala de sus inagotables baterías.
Al día siguiente repetimos en algunas atracciones pero hay más gente y no resulta tan fácil montarse en las cosas. Ayer, antes de salir estuvimos en una de las tiendas de Lego que hay
en el parque y vimos las cajas que se quieren comprar los pekes con el dinero que han ido ahorrando de su cumpleaños y de lo que les ha ido trayendo el ratoncito Pérez.
Para mí el momento culminante del día es la visita a la fábrica de Lego donde es posible comprar piezas sueltas de lego de todo tipo al peso y donde consigo piezas que de otra forma es bastante complicado conseguir. Tengo que hacer un gran esfuerzo de autocontrol para parar porque reconozco que para el Lego, no tengo medida.
Hoy salimos del parque un poco antes pero acabamos otra vez en el circuito de triciclos. Como ya parece habitual últimamente, cuando nos vamos para la autoca, estamos realmente fundidos y todavía queremos aprovechar la lavadora del área para vaciar nuestra cesta de ropa sucia. Elena se lía con las cenas y yo con la ropa. Entre poner dos lavadoras, secadoras, dobla y recoge me dan las 12:00. Bufff! ¡Necesito dormir ya!
A la mañana siguiente, sin madrugar demasiado, desayunamos y dejamos ya el área del parque. No tenemos prisa y hemos decidido pasar el día tranquilamente en el área de Gunzburg donde ya estuvimos antes descansando y preparando la ruta por Alemania que la tenemos un poco verde.