Lo primero que queremos hacer es pedir disculpas a las personas que nos siguieron a través del Blog durante nuestra primera etapa europea. En esta segunda etapa la disponibilidad de Internet ha sido mucho menor y el trabajo necesario para escribir, preparar y subir las crónicas ha acabado excediendo nuestro tiempo disponible y cuando ha llegado el momento de elegir entre actualizar la web o disfrutar del viaje, hemos optado, lógicamente, por lo segundo.
Recordad, no obstante, que siempre podéis seguirnos y leer las minicrónicas que subimos bastante a menudo a nuestra página en Facebook (www.facebook.com\cuatroporelmundo).
Ahora que hemos vuelto a casa y podemos disponer de algo más de tiempo, me gustaría dedicar esta entrada a un continente que ha desbordado todas nuestras expectativas tanto en la belleza de sus paisajes como, sobre todo, en la calidez y hospitalidad de sus gentes.
Desde nuestra supuesta “seguridad europea”, miramos a Sudamérica con cierto recelo y más si te pones a pensar, que vas a pasar allá los siguientes nueve meses viviendo en una caravana aparcada en la calle.
En nuestro caso nos sobrepusimos a este recelo inicial pensando que empezábamos por Uruguay que es uno de los países más “tranquilos” del continente. Allí nos esperaban nuestros primeros anfitriones Daniel y María Jesús y los amigos del Ranchomovil Club Uruguayo que ya nos permitieron ver los primeros retazos de la hospitalidad que íbamos a recibir en esta etapa sudamericana.
Argentina fue nuestro siguiente destino y a pesar de los grandes problemas que tiene a todos los niveles, no puedo sino contar maravillas de ella. En total estuvimos tres meses recorriéndola y es difícil encontrar un país que acoja tal cantidad de paisajes distintos y tal cantidad de personas con la afición de viajar. Aquí conocimos sitios míticos como las cataratas de Iguazú, la Península de Valdés, Bariloche, San Martin de los Andes o la Quebrada de Humauaca.
Creo que salimos de Argentina con varios kilos más de los que teníamos al entrar porque allí todo se celebra con un buen asado y siempre había algo que celebrar. La lista de amigos que hemos dejado por allí es realmente larga pero todos se merecen este pequeño agradecimiento. Gracias a Mario y Eduardo, Walter Chetoba y familia, Jose y Olga, los Zapp, Diego y Mechi, Guille, Rosana y los pekes, Lucia y Mati...
De todos y cada uno de ellos nos llevamos algo y puedo decir con total seguridad que nos han cambiado la forma de ver la vida. ¡¡¡Simplemente Gracias!!!
Nuestro periplo por Chile, también incluyó destinos soñados por viajeros de todo el mundo como la isla de Chiloé, la región de los lagos, o el desierto de Atacama. Chile nos devolvió la conciencia de la fragilidad del ser humano frente a los poderes de la naturaleza y tuvimos que convivir continuamente con carteles de peligro de tsunami, rutas de evacuación de erupciones volcánicas y terremotos. Por suerte ninguno de ellos nos pilló de lleno aunque algunos estuvieron cerca. Un recuerdo muy especial para Estrella de Coñaripe, Ignacio y Mónica de Camping sobre ruedas, Nigel de Santiago y Rodrigo del museo del Meteorito en San Pedro de Atacama. Nos ayudaron cuando más falta nos hacía.
Desde allá, cruzamos el mítico paso de Jama que te lleva hasta el norte de Argentina y encoge el corazón de los viajeros con sus 4.850 metros de altitud. Nuestra Laika se portó como una campeona y a pesar de la altura pasó la prueba con nota.
Purmamarca con su cerro de los siete colores y toda la quebrada de Humauaca nos brindó otra muestra increíble de lo que Argentina puede ofrecer al viajero. Una visita rápida a Salta y a la Quebrada de San Lorenzo con Lucia y Mati fue nuestro último periplo por el país de los gauchos.
De allí fuimos poco a poco subiendo hacia la Quiaca y aclimatándonos a la altura para poder entrar en Bolivia sin sufrir el temido soroche.
Bolivia era la incógnita del viaje porque era el país del que menos información teníamos respecto a donde pernoctar o donde abastecernos de comida pero lo que nos sorprendió realmente fue que nos encontramos con unas carreteras casi recién hechas y muy bien señalizadas y además con muy poco tráfico de forma que, sin tener una mejor red viaria que otros países sudamericanos, sí que circulamos mucho mejor porque encontramos muchos menos camiones en la ruta.
El pais mas alto del mundo nos regaló otros dos sitios legendarios para los viajeros como son el Salar de Uyuni y las ruinas de Tiahuanaco. Ninguno de ellos nos decepcionó lo más mínimo y siguen vívidos en nuestros recuerdos.
Seguimos hacia el norte y después de visitar Puno y Cusco, Perú nos esperaba para ofrecernos una de las grandes perlas de esta segunda etapa, MachuPicchu. Da igual las veces que lo hayas visto en fotografía o video, hasta que no estas allí, no te puedes hacer una idea de lo que se siente viendo lo que el hombre y la naturaleza pueden conseguir cuando trabajan juntos. Es simplemente increíble y se merece todos los calificativos que se te ocurran. Hay que ir allí, sentarse frente a esa maravilla y dejar por un rato que tus pupilas lo digieran. La imagen se quedará allí para siempre.
Desde Cusco tomamos la carretera que baja a la costa, hasta Nasca, y aquí sí que tenemos que dar un tirón de orejas a los responsables peruanos, porque este tramo de carretera es simplemente infumable y parece increíble que una ruta que teóricamente es turística, pueda estar en tal estado de abandono y además tengan la desfachatez de cobrarte peaje. Entendemos que la orografía y la altura no ayudan pero no hay excusa para tener una vía principal en ese lamentable estado. Fue, sin duda, el peor tramo de asfalto que hemos recorrido en todo el viaje, sobre todo la primera mitad del tramo entre Puquio y Nasca.
Seguimos hacia el norte por la costa, visitando Nasca, Huacachina, Paracas, Cerro Azul y llegamos a Lima donde Miluska, Rolo y Valeria nos regalaron unos días fantásticos conociendo la ciudad en su compañía y pasando un fin de semana playero en La Tiza. Otros grandes amigos soñadores y viajeros que buscan su camino y que además nos facilitaron toda nuestra ruta por el norte del Perú. Huanchaco, Lambayeque, Piura, Mancora y Zorritos fueron mucho más fáciles de visitar gracias a sus contactos y consejos. Gracias chicos.
Los meses iban pasando y nuestra latitud se iba acercando a cero. Ecuador era el siguiente país de nuestro periplo y la ciudad serrana de Cuenca nuestro siguiente destino.
Allí nos esperaban Los Hermanos en Ruta y su tasca de comida española. Lola, Miguel Angel, Iker y Endika son una familia bilbaína con una increíble historia detrás de viaje y crecimiento personal que nos hizo sentir como en casa por unos días, no solo por la compañía sino también por el estómago, jeje. Esperamos veros pronto.
Desde cuenca, salvando casi 6.000 mts. de desnivel entre subidas y bajadas y después de solucionar algún problemilla con los frenos, llegamos a Salinas en el que sería nuestro primer contacto con la costa ecuatoriana y sus aguas a treinta y tantos grados. ¡¡¡Ahhh que vicio!!!
Seguimos la costa hacia el norte parando en Montañita, Puerto López, Puerto Cayo y San Mateo hasta que llegamos a nuestro destino estrella en Ecuador que fue el pequeño pueblo de Canoa. Allí tuvimos unos de esos momentos mágicos que de vez en cuando te regala el viaje y coincidimos con varios viajeros en el mismo sitio durante varios días permitiéndonos simplemente estar y disfrutar de la mutua compañía. Un gran abrazo para María, Omar y Cata de “La Toyo por Latinoamerica”, Ale, Vanesa y Lola de “Me voy a dar una vuelta”, Giada y Guille y Luciana y Gustavo.
Seguimos hacia el norte y el GPS marcó por fin la latitud 0º 0’ 0” en la mitad del mundo donde también aprovechamos para visitar Quito.
Todavía en Ecuador, mientras nos íbamos acercando a Colombia, tuvimos otro encuentro de esos que el destino te pone delante y en una rotonda cerca del Cajas nos encontramos con RodandoAndo. Carla, Silvio y Patricio son una familia argentina que está viajando desde hace unos años por Sudamérica en un imponente autobús Scania. En esta ocasión no pudimos pasar mucho tiempo con ellos porque teníamos que seguir ruta pero los reencontraríamos más adelante en Colombia.
La fecha del examen de los pekes en Cartagena de Indias se acercaba y teníamos que entrar en Colombia para que no nos pillara el toro. En la frontera Ecuatoriano-Colombiana de Tulcán-Ipiales fue donde tuvimos el único percance importante con la caravana cuando en una maniobra, nos comimos un pivote de piedra y rompimos parte de una de las molduras laterales de la autoca resultando herida una de las baterías del habitáculo y uno de los depósitos de agua. Hicimos una reparación de emergencia para poder seguir el viaje pero una parte está todavía pendiente de reparar y tendremos que hacerlo a la vuelta.
Pero cuando el destino te envía una de cal, siempre te envía una de arena y a los pocos días de entrar en Colombia, llegamos a un pueblo de la región del Cauca llamado Silvia donde conocimos a la que ya se ha quedado como nuestra familia Colombiana. Theo, Johana, María José y Matías nos abrieron su casa y nos ayudaron en todo lo que necesitamos, permitiéndonos vivir unos días inolvidables en su compañía y unos reencuentros con otros viajeros que fueron llegando también a Silvia y que compartieron nuestra suerte de conocerles. Pronto estaremos de nuevo con ustedes.
El viaje relámpago a Cartagena para el examen de los pekes fue lo más duro de nuestra estancia colombiana porque las fechas apretaban y tuvimos que hacerlo en pocos días. Y esto, con unas carreteras colombianas que no permiten muchas alegrías y un calor que apretó muy fuerte, nos resultó bastante pesado.
Sin embargo, igual que en otras ocasiones, todo tiene su recompensa y durante los días que estuvimos en Cartagena, tuvimos la gran suerte de compartir parking con Leo y Guille, una pareja de argentinos trotamundos y también con Malika, Anouar, Meissa, Medhi y Maya de Planet Khmissa, una familia marroquí que está viajando por el mundo en autocaravana como nosotros.
Pasar con todos ellos aquellos días, nos permitió compartir un poco las preocupaciones del viaje con otros viajeros que están pasando por lo mismo y darnos cuenta de las grandes personas que son. Disfrutamos de grandes momentos juntos y además convertimos la experiencia desagradable del primer examen de los pekes solos en una embajada, en una vivencia más llevadera y en compañía. Les extrañamos muchísimo a todos.
Así terminó nuestra segunda etapa viajera llena de fantásticas experiencias, sitios increíbles y grandes personas. De todos ellos hemos aprendido algo y ya no somos los mismos que salimos de Europa hace nueve meses.
Ahora que estamos de nuevo en casa, echamos la vista atrás y algunas piezas que antes estaban sueltas van encajando. Quizá sea el viaje, quizá sean las personas, quizá sea todo junto o quizá sea solo el poderte tomar el tiempo necesario para mirar nuestro mundo desde fuera, pero el caso es que no salimos buscando nada concreto y quizá por eso lo hemos encontrado.
A pesar de que no tenemos ni idea de lo que el futuro nos deparará en los siguientes años, ahora por fin, tenemos la sensación de que estamos caminando en la dirección correcta y nos movemos hacia un sitio que nos gusta, y eso que, paradójicamente, todavía no sabemos cuál es.
Sabemos que viajar en sí mismo, no tiene por qué ser la solución de nada. Pero hay que reconocer que es una excusa fantástica para coger distancia, soltar lastre y recordar lo poco que se necesita para vivir y disfrutar de la vida. Y te aseguro que para eso, Sudamérica es una gran maestra.
Un gran abrazo.