Aunque escri...
Finike-Çirali - Monte, playa e historia
Salir de Kas significa ir todo para arriba porque estamos totalmente rodeados de montaña. Después de un buen rato de subir paramos en una gasolinera a repostar y cuando bajo me tengo que volver a subir pitando a por una chamarra del viento tan frio que sopla.
Enseguida empezamos a bajar de nuevo hacia la costa y la cosa se va suavizando. Llegamos a Demre en un ratillo y el GPS nos mete por unos caminos que resultan estar en obras y bastante embarrados. Pasamos con algún pequeño apuro por encontrarnos algún vehículo de frente y finalmente llegamos a la zona de la playa donde se supone que tiene que estar el área de autocaravanas.
Lo único que encontramos es algo parecido a un restaurante-chiringuito playero. Aunque sí que es verdad que tiene un cartel de camping, está cerrado y por allí no se ve a nadie. A unos cien metros hay unas obras y están pasando camiones todo el rato. No parece un sitio muy agradable para quedarse y decidimos buscar otra cosa pero aprovechamos que tiene los baños abiertos para echar nuestras aguas y así vamos vacíos por si acaso.
No tenemos ningún otro destino previsto cerca y decidimos seguir la carretera de la costa a ver que encontramos. Demre no es nada bonito. Es un pueblo lleno de invernaderos casi hasta el mar y con toda la zona de playa muy poco cuidada. Por lo menos la parte que nosotros estamos viendo.
A unos veinte kilómetros llegamos a Finike y nos parece más bonito. Decidimos parar para echar un vistazo y nos aparcamos en las traseras de la marina junto a un parque y un pequeño chiringuito. El sitio resulta ser muy chulo y tranquilo. Tenemos parque, tenemos un enorme paseo marítimo para andar, bares y cafeterías cerca, mercado… Decidido, nos quedamos aquí a pasar el día y mañana ya veremos.
Después de comer nos vamos a conocer el pueblo. Nos quedamos un rato en los parques que tenemos al lado y cuando nos aburrimos seguimos recorriendo el paseo marítimo hasta el centro del pueblo. Tampoco tiene nada especial pero es muy agradable y tranquilo. Antes de volver, nos metemos en una cafetería y nos tomamos unos tés con unas Fogaças por 3,5TL. (1,5€) ¡Esto es vida!
Al día siguiente me voy al mercado a comprar algo de fruta y verdura mientras Elena adelanta clases con los pekes. Acabo en seguida y aprovecho para escaparme y pasar toda la mañana escribiendo en una cafetería. ¡Que gustazo! Gracias a estos ratos puedo adelantar un poco las crónicas que con el trajín diario no hay manera de llevar al día.
Terminamos de comer y salimos hacia Çirali, un destino que nos habían recomendado la pareja de alemanes que conocimos en Oludeniz y que, después de mirar un poco por Internet, sí que resulta realmente interesante. Çirali es un pueblecito costero ubicado junto a una enorme playa protegida, rodeada de bosque y montañas y con una preciosa ciudad en ruinas (Olympos) en uno de sus extremos y sin nada construido en los alrededores que pase de dos pisos.
Salimos de Finike lloviendo y llegamos a Çirali lloviendo. Para llegar hay que salir de la carretera principal y bajar durante varios kilómetros por una carretera muy virada.
El kamp que hemos localizado está casi al final de la playa y tenemos que atravesar todo el pueblo. Cuando llegamos está ya oscureciendo porque el cielo está muy plomizo. Nos enchufamos y hacemos tarde casera aunque en un momento de tregua me doy una vuelta rápida por los alrededores y el entorno parece muy prometedor. La previsión de tiempo para mañana es mejor y espero que podamos disfrutarlo.
Amanece casi despejado y nos organizamos para excursión montañera. Queremos ir a las Chimaeras que son unas surgencias naturales de gas en medio del monte que arden en plan llama eterna desde hace siglos. Le pregunto al chico del Kamp y me indica que sigamos el camino que sale del camping durante un par de kilómetros. Cogemos nuestras mochilas y nos ponemos en marcha.
Aunque estamos andando un montón de kilómetros por ciudad, hace bastante que no hacemos una verdadera excursión montañera y nos apetece mogollón. Seguimos el camino tal como nos ha indicado el chico y al cabo de un rato encontramos un desvío con un cartelito que nos indica el camino. Es una pista forestal y la seguimos otros diez minutos hasta que llegamos a lo que creemos que son las Chimaeras.
Es como un área de picnic con algunas mesas y un par de hamacas donde nos tumbamos un ratillo a descansar. También hay un pequeño chiringuito con te, bebidas y helados y un pequeño puesto de souvenirs pero resulta que esto es solo el campo base, jeje. Para llegar a las chimaeras hay que seguir otra media horita por el monte por un sendero que sale desde aquí previo pago de 10TL cada adulto.
Como hoy vamos en plan montañero y además hemos descansado un rato en el campo base, nos ponemos en marcha con ganas y menos mal porque enseguida el sendero se empina bastante. ¡Guau, esto es monte de verdad! Como lo echaba de menos. Los pekes responden y en poco menos de media hora, llegamos a las Chimaeras que se desperdigan por un claro de roca en pendiente a continuación de un par de construcciones en ruinas.
Cuando llegamos hay un grupo de excursionistas alemanes pero se van enseguida y nos quedamos un rato a solas con el fuego. Es muy curioso ver llamas saliendo de las rocas y me imagino que a la noche será todavía más espectacular. Tenemos que tener cuidado con los pekes y su tendencia natural a jugar con todo y al final nos buscamos un sitio sin fuego para sentarnos un rato a descansar y comer algo sin preocuparnos de quemaduras de 3er grado.
No se nos ha ocurrido pero parece que la gente se sube comida para pasarla por el fuego y comerla calentita o eso imaginamos porque vemos algunos tenedores y palitos cerca de las llamas.
Vuelta al campo base con tecito para nosotros, helado para los pekes y un rato de merecido descanso. Las hamacas están ocupadas por los alemanes pero descansamos sentados. Todavía nos queda el camino de vuelta y lo hacemos dirigiéndonos hacia el otro extremo de la playa para hacer la vuelta final volviendo por ella. Llevamos una buena pechada encima pero recorrer la playa al atardecer es una pasada. ¡Precioso!
Toda la banda litoral está libre de construcciones y la arena se adentra tierra adentro confundiéndose con la hierba y creando un entorno mágico. Enormes pinos marítimos salpican el paisaje y el conjunto resulta realmente espectacular. Çirali es, sin duda, un sitio muy recomendable para pasar unos días tranquilos.
A la mañana siguiente amanece también bueno y nos preparamos para otra excursión. Esta vez queremos ir a visitar las ruinas de Olympos que están en el otro extremo de la playa. La recorremos toda hasta el final y vemos que hay unos cuantos restaurantes con algunas mesas en la misma playa y algunas parejas almorzando. El marco es incomparable.
Pasando la zona de los restaurantes, nos encontramos con una barrera natural que habíamos visto en Google Maps pero que no sabíamos como iba a estar en este momento. Se trata del rio que llega hasta la playa creando un canal de desagüe de unos 10 mts. de ancho. No es demasiado profundo pero en la zona central puede tener 60 u 70 cms. y el agua baja con fuerza. Es impensable que los pekes lo pasen solos y decidimos intentarlo pasándoles nosotros montados a caballito.
Me quito las zapatillas, me arremango el pantalón lo más arriba que puedo y Unai se monta a caballito. El principal problema es que el fondo es de cantos bastante gordos y como no pises bien, duele de narices, aparte de que la corriente te empuja bastante y caerse con el peke en la espalda puede ser bastante gracioso.
Consigo llegar al otro lado pero con el pantalón empapado. Elena no se atreve con Iker y tengo que volver a pasar a por él. Total ya de perdidos al rio y el pantalón no se va mojar más de lo que ya está. Consigo pasarle pero acabo con las plantas de los pies bastantes doloridas. ¡En estos momentos es cuando valoro de verdad mis queridas suelas vibram!
Ya estamos los cuatro al otro lado de rio, como dice la canción, y nos ponemos en marcha hacia Olympos. Enseguida nos acostumbramos y desaparece la sensación desagradable de andar con el pantalón mojado. Como hace solecito se va secando bastante rápido.
Seguimos la playa hasta el final y allí hay otro canal de desagüe pero se puede entrar a las ruinas sin tener que cruzarlo. La verdad es que se puede llegar a las ruinas en coche por el otro lado pero hay que dar una vuelta de más de 15 kilómetros y no nos apetecía mover la autoca.
Las ruinas son geniales. A diferencia de las que hemos visitado hasta ahora, estas están en pleno bosque y a ratos, casi parecen ruinas incas rescatadas de la selva. Las lianas se cruzan continuamente en el camino y un par de riachuelos que se salvan a través de sencillos puentes de madera atraviesan la zona. Hay muchos recovecos que recorrer y pasamos un buen rato con los pekes metiéndonos por todos los lados.
Salimos de la zona de bosque y seguimos el cauce del rio hacia arriba pero ya no encontramos nada interesante y nos volvemos para la playa. No hace mucho calor pero el suficiente para tumbarse un ratillo en la arena a tomar el solete, descansar y picar algo. Los pantalones están ya secos y no nos apetece nada volver a mojarnos. Le comento a Elena que en Google maps se veía un puente un poco más arriba del cauce y que igual podemos intentar encontrarlo.
Nos ponemos en marcha y seguimos el cauce rio arriba. Al principio hay un pequeño sendero pero luego se mete entre la maleza y no está claro que vayamos a tener paso. Le digo a Elena que esperen allí y me adelanto para asegurarme de que tenemos salida antes de meternos en un fregao.
En pocos minutos me encuentro un paso con una escalera de unos 5 metros para salvar una roca que sobresale junto al rio. La subo con cuidado y cuando ya estoy arriba veo que el resto de la expedición no me ha hecho ni caso y ya están al pie de la escalera esperando para subir.
Ahora sí que les digo que no suban a lo tonto sin saber si hay salida así que me pego una carrerilla y en unos doscientos metros se ve la salida y el puente así que vuelvo y ayudo a subir al resto. Los pekes no tienen ningún problema y se plantan arriba enseguida y Elena les sigue cerrando el grupo. Enseguida llegamos al puente atravesando un pequeño camping que ahora está medio en obras y lo cruzamos entrando en Çirali sin mojarnos. ¡Prueba superada!
Después de las aventurillas mañaneras buscamos un sitio para comer porque nos apetece darnos un homenaje y encontramos uno cerca con muy buena pinta. Comemos de primero, segundo y postre como dios manda y nos ponemos las botas. Hasta los pekes que para esto de comer fuera son un poco rarillos comen bastante decente. Todo delicioso y además económico.
Volvemos tranquilamente paseando por la playa y la verdad es que cuando llegamos a la autoca, estamos fundidos. Es que nos ponemos a andar y no tenemos medida y menos mal que los pekes nos echan la bronca.
Que grandes días nos está deparando la costa Lycia. Han sido dos jornadas fantásticas en un paraje magnífico. Çirali merece mucho la pena. Apuntarlo en vuestras agendas viajeras si queréis pasar unos días tranquilos de playa y naturaleza con excursiones y ruinas cerca. ¡Es que lo tiene todo!
Desde aquí saltamos hasta Antalya, una de las grandes ciudades de la costa Lycia y allí nos tocará decidir qué hacemos con nuestra ruta de vuelta hacia Estambul.
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