Es domingo por la mañana. Nos levantamos temprano y hacemos la última consulta de la meteo para los siguientes tres días sabiendo que en Montenegro y Albania no vamos a disponer de Internet y tampoco vamos a tener mucho tiempo para andar buscando WIFIs.
La meteo nos confirma lo que ya vimos ayer y seguimos con el plan previsto. Un desayuno y fregoteo rapidito, recogida de cables y nos ponemos en marcha.
Aunque el GPS y el Google Maps nos mandan por la ruta del interior, hablando ayer con los chicos del concesionario de Volkswagen, me recomendaron ir por la costa, porque, según ellos, es mejor carretera y además no es tan alta. La ruta del interior sube hasta los 900 mts. y no me hace ninguna ilusión subir tan alto en estas fechas y la verdad es que prefiero fiarme de la gente de la zona así que tranquilitos y por la costa.
Salimos desde Kupari y tengo marcada en el GPS una gasolinera que nos pilla de paso para llenar Gasoil y GPL antes de pasar a Montenegro pero cuanto llegamos está cerrada. ¡No habíamos pensado que era domingo y algunas gasolineras no trabajan! Tenemos de sobra para hacer 200 Kms. pero prefería empezar el viaje con los depósitos llenos. Sobre todo me preocupaba el GPL porque no sé si en Montengro y Albania podremos llenarlos.
Llegamos a la frontera y mientras esperamos a que termine sus gestiones el coche que nos precede, se nos acerca uno de los guardias sonriente y nos saluda con un perfecto, "Hola, buenos días".
Nos quedamos un poco alucinados y le respondemos encantados e iniciamos una conversación en perfecto castellano donde nos pregunta por nuestro viaje y nos cuenta que es alemán y que conoce España y las típicas cosas que se dicen en estos casos.
El coche de delante ha terminado y nos toca ya a nosotros. Nos piden la documentación y cuando le doy los cuatro DNIs me mira como preguntando donde están los otros dos que no se ven. Su compañero (el que hablaba español) le indica que están dentro de la autoca y suben a echar un vistazo. Los pekes les saludan mientras ven su película y sin más contratiempos estamos en Montenegro.
Mis dudas con el tema del gas se despejan enseguida porque a los poco Kilómetros de pasar la frontera Croata con Montenergro encontramos una gasolinera que tiene GPL y más barato que en Croacia. Llenamos todo y ya me voy más tranquilo.
La singladura por Montenegro incluye un pequeño trayecto en Ferry entre los pueblos de Kamenari y Lepetane que te ahorra una vuelta de 30 Kms. rodeando toda la bahía. En otra ocasión seguramente preferiríamos hacer la vuelta pero ahora queremos ir lo más rápido posible. Todo el trayecto costero tanto antes, como después del ferry nos parece precioso y al estar en muchas ocasiones, a una altura considerable, nos ofrece imágenes increíbles del Adriático que yo no puedo disfrutar demasiado.
El trozo que más me preocupaba para hoy, es la subida desde el nivel del mar hasta 600 mts. que tenemos que hacer desde Petrovac pero aunque el cielo esta nublado, no amenaza lluvia y la temperatura tampoco es como para nevar.
Pasar al otro lado del puerto es como entrar en otro mundo y llegar a Virpazar nos deja alucinados, completamente rodeados de unas montañas oscuras y majestuosas con sus cimas nevadas y de las que no sabemos nada, reflejándose sobre las aguas verdes del lago Skadar. Increíble. Después de ver todo esto, lo que si sabemos ahora es que Montenegro se quedará como una de nuestras asignaturas pendientes.
Hasta el momento la carretera ha sido bastante aceptable pero en cuanto abandonamos la carretera principal para evitar entrar en Podgorica, nos toca hacer casi 15 Kms. por lo que sería aquí una comarcal en bastante mal estado.
Sin más historia llegamos a Tizu, un pueblo a unos 20 Kms. de Podgorica donde aparcamos al lado de una iglesia con el permiso de una de las monjitas que nos encontramos por allí.
Tizu no tiene mucho que ver pero como hemos llegado con algo de tiempo, salimos a conocerlo. El pueblo son tres calles así que en que en 15 minutos está todo visto y aparte de ver nuestra primera mezquita del viaje no hay mucho más. Buscamos una cafetería para sentarnos a tomar algo y encontramos una en la calle principal, cerca de la iglesia.
Nos atiende una señora muy simpática que habla inglés y nos cuenta que se llama Helen, es Serbia, de Belgrado y trabaja aquí desde hace unos años. El bar resulta que además tiene WIFI así que aprovechamos para ver el correo, consultar la meteo y whatsappear un poco.
En Montenegro está permitido fumar en los bares y al principio no nos damos cuenta pero al cabo de un rato Elena empieza a notar el ambiente cargado y en media hora nuestra ropa huele a tabaco que apesta. Es curioso lo rápido que nos olvidamos de las cosas, cuando hace pocos años en España estábamos igual. Apuramos el capuccino y a la autoca que ya hace frio y mañana se prevén bastantes horas de viaje.
Al día siguiente despertamos temprano. Como estamos en un pueblo con mezquita y con iglesia, a las seis te despiertan los altavoces de la mezquita con los cantos de llamada a la oración de la mañana y cuando te has conseguido quedar dormido de nuevo, te despiertan las campanas de la iglesia que no van a ser menos. En fin, que me levanto y me voy a por pan y aprovecho los precios montenegrinos para comprar también unos croissants de chocolate enormes por 0,5€. Desayunamos fuerte y nos ponemos en marcha después de poner una peli para tener a los pekes entretenidos.
Al poco rato estamos ya en la frontera albanesa. El policía que está en la garita está hablando por el móvil, y después de registrar los DNIs y la documentación del Vehículo, nos despacha con un gesto sin hacernos mucho caso. Por lo que nos habían contado, pensábamos que íbamos a tener que pagar algo pero realmente ahora parece que no es así.
Después de todo lo que hemos leído sobre las carreteras de Albania, vamos un poco tensos pero la verdad es que este primer tramo de carretera, parece que la estamos estrenando. Asfalto perfecto y recién pintado con un buen arcén y un buen trazado. Eso sí, lo de carros, ovejas y demás fauna por la carretera, también es verdad.
Sin ser tan buena durante todo el trayecto pero manteniendo unos mínimos llegamos a Durres incluso con un buen trozo de doble carril.
El principal problema por el que hay que estar atento, es que por todo el recorrido, vemos continuamente furgonetas que hacen de taxis colectivos y paran en cualquier momento y lugar y te puedes encontrar una, parada tranquilamente en la carretera por la que vas circulando a 80.
Otro tema que nos hemos encontrado en todo el recorrido es la falta de mantenimiento de las juntas de dilatación de los puentes y viaductos. Igual suena un poco a cachondeo pero es que es inexistente y después de los años que llevarán sin arreglarse ya no son juntas sino que son auténticas zanjas en las que te puedes dejar las ruedas y la suspensión. No es ninguna exageración y los camioneros que se lo saben frenan hasta pasar a menos de 10 por hora en muchos casos. En concreto en un viaducto que pasamos cerca ya de Durres, había que pasarlo prácticamente en primera y parar en cada junta. ¡Impresionante!
No estamos haciendo demasiado caso del GPS porque hay muchos trozos de carretera nueva que no están y eso que se supone que los mapas son de finales del 2012. Después de una buena panzada de conducir llegamos a Fier. Como no hay circunvalaciones (o nosotros no las encontramos) nos toca atravesar la ciudad a mediodía con el consabido caos circulatorio. Sin embargo lo que más nos llama la atención son los cables eléctricos tendidos entre casas y entre calles. Hay literalmente miles de cables pasando de una casa a otra, de una farola a otra, de balcón a balcón que tejen una autentica tela de araña a cinco metros sobre el suelo. ¡Impresionante! Y esto en las calles principales de la ciudad. No quiero imaginar cómo estarán las otras.
En Fier buscamos una salida dirección Girokaster pero no la vemos y al final acabamos fiándonos del GPS que nos manda por una carretera bastante peor que las que hemos tenido hasta ahora. Hacemos media hora más de camino y como la cosa no mejora, decidimos buscar un sitio para dormir y ya seguiremos mañana.
En medio de la nada encontramos un pequeño restaurante donde podemos aparcar fuera de la carretera y haciendo un poco de mímica con el dueño, le pedimos permiso y nos dice que no hay problema y allí nos quedamos. Después de comer algo, nos acercamos al bar a tomar un cafecito pero no podemos relacionarnos demasiado porque la barrera idiomática es un problema.
Como no tenemos Leks, le pregunto qué cuanto es en Euros y se encoge de hombros como diciendo que yo mismo. Al final le doy 2 euros por los dos cafés y parece más que suficiente por su cara de satisfacción. Imagino que en leks costará la mitad.
Al día siguiente nos levantamos temprano para afrontar nuestra tercera y última jornada de viaje para llegar a Grecia y aunque todavía no lo sabemos, va a ser la peor con diferencia.
La carretera sigue igual y tenemos que buscar una gasolinera que por estos lares no va a ser fácil. Pasamos un par de ellas con una pinta de tener Gasoil del Pleistoceno. Al rato encontramos una que comparada con las anteriores parece nueva pero cuando paramos y preguntamos nos dice que "no credit card" y nos hace un cambio de 100 leks por Euro. Total que hemos pagado en Albania el litro más caro de Gasoil hasta el momento. Mira que hemos pasado en Albania por mogollón de gasolineras enormes y al final cuando la necesitamos de verdad no hay ni una. Suele pasar...
La carretera va empeorando y encima no para de llover. Esto ya es una carretera de montaña en bastante mal estado y para colmo cada pocos kilómetros hay tumbas al lado de la carretera con su lapida, flores y todo. ¡Qué mal rollo!
Seguimos subiendo y la carretera empieza a tener partes que se han derrumbado y las han reparado echando "no se qué negro" directamente sobre la zona derrumbada. Esto empieza a ser cada vez más frecuente y yo empiezo a ponerme nervioso. En algún tramo no está ni parcheado y hay que pasar por el carril contrario viendo el corrimiento de la carretera al lado.
Joder. ¡Esta no puede ser la carretera principal que nos marcaba el mapa! Hacemos casi 25 Kms. así, que nos lleva casi una hora y cuando ya estoy sufriendo pensando en que los 90 kilómetros que nos quedan van a ser iguales, vemos abajo a nuestra derecha una flamante carretera nuevecita a la que, si pudiera, me tiraba desde aquí. No nos queda más remedio que seguir unos pocos kilómetros más por la nuestra pero ya se adivina que vamos a acabar en la otra y por fin bajamos hasta ella y no me lo puedo creer. Me parece que volamos y disfruto de un buen rato de asfalto en condiciones. Primera prueba superada pero todavía nos quedaba la segunda.
La carretera en condiciones se acaba de repente al atravesar un pueblo y lo que sigue parece un tramo en obras que ni se me pasa por la imaginación que sea por donde tenemos que seguir así que me meto en el pueblo pensando que habrá algún desvío por otro sitio pero después de un par de vueltas y de preguntar a los paisanos, me indican que hay que seguir por la carretera en obras. No puedo creerlo.
La carretera, por llamarla de alguna forma, es como una pista forestal de 10 mts. de ancho, hecha un barrizal (lleva desde que hemos salido lloviendo) llena de baches, rodaderas, charcos enormes y encima con un tráfico de la leche. Los mercedes van a toda pastilla (En Albania casi todos los coches son mercedes), pasan con normalidad hasta camiones con doble remolque y la mayoría de la gente nos va adelantando. Está claro que somos unos pardillos y que para ellos, esto es parte de su día a día.
Tenemos que recorrer más de 8 Kms. a 10 por hora hasta que volvemos a pisar asfalto de nuevo y todavía nos queda un buen trecho para llegar a la frontera aunque por lo menos se terminaron las pistas de barro por hoy.
Antes de llegar a la frontera pasamos por 4 o 5 controles policiales que simplemente nos preguntar de donde somos y a donde vamos y nos despachan sin hacernos mucho caso.
Ya en la frontera, nos toca esperar un buen rato porque parece que el trámite de salida no es tan rápido como el de entrada y nos pasamos más de media hora esperando hasta que nos toca el turno. Para colmo, el ordenador se le ha quedado frito y nos toca esperar otro buen rato hasta que lo vuelve a poner en marcha después de algún que otro juramento que no entendemos pero adivinamos. La informática tiene el mismo efecto en todos los países, je, je.
Antes de salir, nos registran toda la autoca, abriendo casi todas las puertas pero sin mirar demasiado. El encargado parece que tiene ganas de verla por dentro y a nosotros tampoco nos importa demasiado así que sube y le enseñamos un poco todo y se va contento a registrar otro coche y nosotros pasamos sin más historia.
En la frontera Griega también nos toca esperar un buen rato porque delante nuestro hay varios coches y con cada uno se toman su tiempo. Cuando llega nuestro turno, sin embargo, nos despachan bastante rápido con cuatro preguntas.
¡Ahhhh!, que gusto da volver a Europa, con sus euros, sus carreteras y sus juntas de dilatación en condiciones, je, je. En pocos momentos uno se siente tan europeo como ahora.
Todavía tenemos un par de horas por carreteras griegas llegar hasta Igoumenitsa pero ya es otra cosa y los últimos 80 Kms. son de autopista. ¡Ayyyy que ganas tenia de una buena autopista que llevarme a las ruedas!
Llegamos a Igoumenitsa sin más contratiempos y vamos derechitos al camping porque tenemos unas ganas locas de una duchita caliente de las de dejar correr el agua pero no podía ser tan fácil y está cerrado.
Sin ganas de dar más vueltas decidimos quedarnos en la puerta a pasar la noche tranquilamente y mañana, pues ya se verá…
¡Por lo menos, estamos en Grecia!