El 24 de diciembre y casi ya de noche, llegamos al camping Bacchus en Lavrio, unos 60 kms. al sur de Atenas donde queremos pasar la nochebuena tranquilamente.
Después de pasarnos el día entre el Carglass y el viaje, estamos bastante cansados pero es un día especial y hay que apechugar así que nos ponemos las pilas, vaciamos aguas, cargamos depósitos y nos enchufamos en nuestra parcela.
Primera sorpresa, el camping tiene WIFI pero la señal no llega hasta donde estamos aparcados y nuestro router 3G tampoco tiene suficiente señal aquí. Como hoy queremos ver a la familia si o si, nos toca abrigarnos, coger el portátil y sentarnos en las mesas que hay en una pequeña terracita frente a la recepción del camping donde si llega el WIFI y nos permite una conexión decente por Skype. ¿Os he dicho ya que hacia un día de perros con frio y lluvia? Por lo menos la terracita estaba cubierta.
Hacemos la conexión, vemos a nuestras familias y después de mucha nostalgia, alguna lagrimilla y quedarnos pajaritos porque hace un frio que pela en la calle, nos metemos en la autoca a celebrar nuestra particular nochebuena griega con una cenita donde nos permitimos algunos pequeños extras a base de queso y jamón que hemos conseguido en el Lidl.
Los pekes están atacados y un poco preocupados porque esta noche viene el Olentzero y no tienen muy claro que vaya a venir hasta Grecia y que nos vaya a encontrar. Les tranquilizamos explicándoles que es mágico pero que de todas formas nos hemos venido a un camping para que le resulte más sencillo encontrarnos.
Terminamos la cena y hago una intentona de cantar en el karaoke del ordenador pero la familia, me invita "amablemente" a dejarlo no sea que Olentzero ande por allí cerca y huya despavorido, je je. Los pekes se van a la cama y nosotros nos quedamos un rato leyendo aunque enseguida nos vamos a la cama que mañana tocara madrugar seguro.
Al parecer el Olentzero nos ha encontrado y sobre la mesa de la sala hay unos cuantos regalos y los pekes, en cuanto abren un ojo y los ven, se levantan inmediatamente y con ellos levantados, todos arriba. Son las 7:15.
Por lo demás el día está bastante pocho. Mientras los pekes juegan yo aprovecho el Wifi del bar del camping para preparar un poco el recorrido de los días siguientes pero como está cerrado me tengo que sentar en la terraza exterior con una mantita de la autoca porque sigue haciendo bastante frio. También aprovecho para charlar un rato con Vladimir, el encargado del camping, y le echo un cable con la configuración de un tablet que le estaba dando guerra.
A la tarde decidimos acercarnos a Lavrio que es el pueblo más cercano al camping, a unos 4 kms. Nos llevamos una grata sorpresa al llegar porque resulta que han montado un parque de navidad que tiene una pinta fantástica y, por supuesto, pasamos allí la tarde entre camas elásticas, hinchables y coches de baterías. Esa tarde, siguiendo el consejo de Vladimir, buscamos en Lavrio una franquicia griega llamada Everest (Similar a un Starbucks) donde se pueden conseguir unos cafés para llevar muy buenos y bastante bien de precio. Resulta que esta casi al lado del parque de navidad y podemos disfrutar de una par de capuccinos fantásticos mientras vemos saltar a los pekes.
Al día siguiente repetimos en el parque de navidad y estamos tanto rato que al final, los pekes se hacen amigos de un chaval que anda por allí y juegan con él en los hinchables un buen rato. Elena se está quedando pajarito porque está soplando un viento helado y al final le digo que se vaya para la autoca que está aparcada enfrente y ya me quedo yo con los pekes.
Cuando voy a comprarles el tickect para las camas elásticas, el chico de la taquilla me dice que no me cobra y que corre de su cuenta. La verdad es que hace bastante frio y no hay mucha gente y estamos como en familia. Me acompaña a las camas elásticas y nos ponemos a hablar de todo un poco. Me cuenta que los chavales que andan pululando por el parque son de un campamento de refugiados del ejercito que hay montado cerca de Lavrio. Evidentemente no tienen un duro y les deja montarse en las atracciones cuando no hay gente. El chaval que está jugando con los pekes se llama Harry y es uno de ellos.
Al día siguiente nos despedimos de Vladimir y nos ponemos en marcha hacia Atenas haciendo una parada intermedia para dormir en el pueblo de Varkiza a donde llegamos bien entrada la tarde. Desde allí seguimos al día siguiente por la carretera de la costa entre Varkiza y Atenas y nos paramos en un pueblo llamado Vouliagmeni para que los pekes jueguen un rato en un parque que encontramos allí.
Cuando ya nos vamos de vuelta para la autoca, de repente nos cruzamos con una chica y con su hija y les oímos hablar en castellano. Guau! Hace bastante que no oímos hablar en castellano e inmediatamente nos presentamos y nos ponemos a charlar. Ella se llama Conchi y en cinco minutos damos un repaso a la situación griega, le contamos nuestro proyecto y nos vamos cada uno por nuestro lado después de dejarle nuestro contacto por si quiere echar un vistazo a la web. ¡Qué alegría nos ha dado una cosa tan sencilla!
Esa misma tarde llegamos a Atenas y después de un par de vueltas perdidos, cortesía de la señal de nuestro GPS, nos plantamos en el parking frente a la Acrópolis buscando sitio para aparcar. En la primera vuelta no encontramos nada. Seguramente es demasiado pronto todavía pero en la segunda vuelta, aparco en segunda fila y le pregunto a un chico que está por allí como de guarda y me indica que le siga.
Se acerca a un coche, se monta, lo saca y nos deja libre el sitio para aparcar. Nos cobra 10€ y se los pago gustoso porque vamos a pasar 2 noches aquí con unas vistas inmejorables. Al día siguiente vamos visitar la Acrópolis y a pesar de ser un lunes por la mañana, hay un montón de gente. Está claro que es un destino turístico de primer orden y no quiero ni pensar como estará esto en agosto.
La acrópolis y todo el entorno nos gusta pero lo que nos impresiona de verdad son las vistas sobre Atenas desde allí que son espectaculares. No nos habíamos enterado bien y nos decepcionamos bastante cuando nos dicen que de la estatua de Atenea solo se puede ver una reproducción en el museo arqueológico y que la original desapareció hace siglos. Tampoco podemos acceder al interior del Partenón porque está de reparaciones o sea que nos quedamos un poco a medias.
Al salir nos vamos paseando hasta la Plaza Sintagma para ver el ambiente navideño. Cuando llegamos hay un grupo de chicos y chicas haciendo un espectaculo callejero de baile, break dance y acrobacias muy chulo y nos quedamos un rato a disfrutarlo. En un extremo de la plaza hay un Everest como el de Lavrio y aprovechamos para comprar un par de capuccinos y sentarnos en un banco a descansar que llevamos un buen rato andando.
Despues de un rato descansando y tomando el cafecito mientras los pekes juegan, nos ponemos en marcha otra vez y nos acercamos hasta el edificio del parlamente Griego que esta enfrente . Allí podemos ver a la guardia haciendo el paseíllo típico. ¡Vaya curro estar haciendo eso todo el día!
Acabamos el paseo internándonos en el gran parque que hay al lado del parlamento y recorriéndolo de arriba abajo hasta terminar en un área de columpios donde finiquitamos la jornada con los pekes corriendo un rato por allí hasta que nos vamos porque ya se hace de noche.
¡Vaya día! Estamos machacados y mañana es nochevieja.