Aunque escri...
Nidri-Mitikas-Astakos - Costeando el oeste Griego
Vamos camino de Nidri, un pueblito en la isla de Lefkada desde el que parten barcos que hacen cruceros por las islas cercanas, entre ellas la isla de Skorpios, (que creo que es la isla que se compró Onasis y que ahora querían vender sus herederos. Lo digo por si a alguno le sobran unos euritos, je, je…)
Para llegar hasta la isla hay que pasar por una carretera que la une con el continente con una especie de laguna marítima a los lados que hoy esta como un plato y refleja todo como un espejo. Unas imágenes espectaculares.
También hay que pasar por una especie de puente flotante al que no se les ha ocurrido otra cosa que ponerle el firme con barritas transversales y por muy despacio que pases, parece que se nos va a desmontar la autoca. Menos mal que son solo cien metros.
Al final llegamos a Nidri y como no sabemos muy bien donde nos vamos a poder quedar, nos dejamos llevar y acabamos en el puerto aparcados cerca de los ferrys que salen desde aquí en dirección a las islas. También están atracados los enormes yates que en verano llevan a la gente a pasar el día entre las islas. Tienen unos toboganes impresionantes desde los que lanzarse al mar.
El puerto no es muy grande, así que lo recorremos enseguida. En medio de uno de los jardines hay una estatua de Aristóteles Onasis con un lema en Griego e Inglés, algo así como: "Cada hombre debe labrar su propio futuro", Un buen lema para ponerse en marcha.
Nuestro paseo por el puerto coincide con la salida de uno de los ferrys y los pekes consiguen arrancarle un saludo al operador de la puerta de embarque gritando desde la orilla. ¡Se están soltando bastante últimamente!
Después nos movemos a la calle principal para conocerla y de paso hacer unas compras y encontramos una pastelería donde podemos comprar unas pizzas de ración y ademas tienen una especie de donuts-rosquillas que les encantan a los pekes. ¡A almorzar tocan! Paseamos un rato más hasta el final de la calle y volvemos para comer.
Después de comer y fregotear, salimos a dar otro paseíto y tomar un capuccino en una terracita del puerto. El tiempo no acompaña demasiado hoy y el día no da para más así que después del café, vuelta para la autoca y aprovechamos para hacer algo de clase. Al final no movemos la autoca y nos quedamos a dormir aquí.
Al día siguiente volvemos al continente y nos ponemos camino de Mitikas, un pueblito costero al que llegamos poco antes del mediodía. Hace bueno pero el viento es fresquito y nos abrigamos para salir a pasear por el pueblo. Es impresionante como las casas llegan prácticamente hasta el mar aunque dejan unos pequeños pasillos para que pueda pasar la gente que quiera pasar desde la calle trasera.
Recorremos por el exterior casi toda la línea costera del pueblo que no es mucha y cuando volvemos nos damos de bruces con un campo de futbol que es el patio del colegio del pueblo. Como es sábado no hay nadie pero está abierto y entramos y echamos un partidillo. Hay que aprovechar todas las oportunidades que no sabemos cuándo encontraremos el siguiente campo. Esta vez hasta Elena participa, se pone de portera y nosotros a marcarle goles.
Estamos a mitad de partido cuando unos señores que llevan un rato junto a un coche al lado del campo, nos llaman y al ver que no hablamos griego se cortan un poco pero se les ve bastante desesperados y nos explican por señas que la puerta del conductor del coche no les abre y que la que pueden abrir que es la del copiloto, como el coche está muy pegado a la pared, solo se abre un poco y ellos no pueden entrar para abrir la otra desde dentro. Me dicen a ver si alguno de los pekes podría ayudarles.
Intercambio una mirada con Elena y como no vemos peligro, les pregunto a los pekes si se animan y Unai dice que sí. Con cuidado se mete en el coche por la pequeña apertura de la puerta y lo abre siguiendo nuestras indicaciones desde fuera. Los dos señores y una señora mayor que iba con ellos le aplauden, le felicitan y le dan la mano. ¡Héroe por un rato!
Después de tomar algo en un bar del pueblo y jugar un rato con los pekes, seguimos nuestro camino hacia un área que está a pocos kilómetros y que, cuando llegamos, resulta estar cerrada. Como todavía tenemos tiempo, decidimos que seguimos costeando hasta el siguiente pueblo que está a unos 25 kms.
El pueblo se llama Astakos y está en el fondo de una gran bahía, guardada por unas peñas impresionantes. Aparcamos cerca del puerto pesquero y mientras los pekes juegan un rato y Elena prepara la comida, hago mi paseo de reconocimiento y resulta que el pueblo es muy bonito con un enorme paseo marítimo, un parque precioso enfrente y unas instalaciones deportivas que incluyen un campo de futbol de hierba artificial abierto. Un sitio fantástico para quedarnos a pasar el día.
Después de comer nos vamos al campo de futbol y echamos otro fantástico partido en el campo de hierba. ¡Me ganan por 20 a 18, vaya soba que nos hemos metido! Ya empieza a anochecer y viene Elena a buscarnos después de haberse dado un paseo tranquila sacando fotos. Nos volvemos para la autoca y damos una vuelta por el pueblo y nos metemos en una cafetería del puerto que tiene una zona con calefacción donde se está goxo-goxo.
Al día siguiente queremos salir pronto pero como amanece tan bueno y a los pekes les ha encantado el campo de futbol (la verdad es que es una gozada poder jugar tirándose por los suelos sin hacerse daño y con vallas para que no se salga el balón) y quieren ir también esta mañana así que cambiamos el plan y nos quedamos a pasar la mañana y ya saldremos después de comer.
Aunque cuando llegamos al campo de futbol está ocupado por unos chavales mayores, esperamos un rato y cuando terminan el partido empezamos el nuestro. Otro partido memorable. Los pekes van aprendiendo a jugar en equipo y cada vez cuesta más quitarles el balón.
Cansados y satisfechos volvemos para la autoca pero como el parque infantil nos pilla de paso, hacemos otra parada y pasamos otro buen rato subiendo y bajando por los columpios y los toboganes. Desde el parque hay una vista espectacular de la peña que guarda el pueblo por el oeste. Con la luz de la mañana está sencillamente precioso. Llega el mediodía casi sin enterarnos y nos vamos a comer que hay hambre de verdad.
Justo antes de salir hacia nuestro siguiente destino, se nos antoja un cafecito y me acerco a una especie de "tienda de todo" que tenemos enfrente y efectivamente la chica me dice que sí que prepara cafés para llevar y nos prepara dos "capuccino fredo" increíbles por un eurito cada uno. Nos sorprende el precio porque en Grecia nos está costando encontrar sitios donde tomar un café por menos de 2 euros. ¡Qué bueno estaba!
Nuestro siguiente destino: Messolongi.
Hosted by DUOK Informática, S.L. |
Uploaded with GOODSPEED Solution Stay connected where ever you go |