Aunque escri...
En la península de Istría (Izola-Pula)
Tras nuestro apasionante día en Postonja, llegamos a Izola casi sin luz y después de un par de vueltas aparcamos en un parking cerca del puerto después de preguntar a una furgoneta que estaba allí aparcada si se podía pasar la noche.
Como nos dice que sí, buscamos una esquina tranquila y allí nos quedamos pero al rato nos llaman a la puerta y un policía municipal nos dice muy amablemente que allí no podemos aparcar porque es solo para vehículos pequeños. Nos da la alternativa de un área que hay al lado pero es de pago y como no necesitamos enchufarnos, no queremos ir. También nos dice que otra posibilidad es un parking detrás del hotel Delfin a un kilómetro y nos explica cómo llegar. Un policía super-amable, la verdad.
Nos vamos para allá y efectivamente, hay otras 4 autocas pernoctando y buscamos un choquito al final del parking y allí pasamos una noche muy tranquila después de nuestra ajetreada jornada en Postonja.
Al día siguiente le toca clase a Elena y mientras aprovecho para conocer Izola. No tenemos pensado quedarnos pero con un par de horas libres por delante, me pego un paseo de punta a punta y descubro un pueblo precioso. Aunque el tiempo no acompaña, por lo menos no llueve y me deja hacer todo el recorrido. Es un gran placer poder disfrutar de estos paseos mañaneros sin prisa. En el pueblo hay mercado y empiezan a llegar autobuses de jubilados (o eso me parece a mí) que van recorriéndolo con su guía.
Busco un sitio para comprar el pan y recorro el camino de vuelta pasando de largo la autoca y siguiendo hasta el otro extremo del paseo marítimo. Francamente bonito. Seguramente, Izola se merece una visita más larga pero en este caso no puede ser y cuando los pekes acaban la clase y terminamos de comer, salimos hacia Pula, ya en Croacia, para llegar con luz que si no, es complicado encontrar los sitios.
Cuando llegamos a Pula, la primera referencia que teníamos de Camping, resulta que está cerrado a pesar de que en la guía figura como abierto. Hay un chico en la recepción y nos da el nombre de otro camping cercano. Nos dirigimos hacia allí pero la puerta del camping para los coches está cerrada aunque la puerta de peatones está abierta.
Entro y busco a alguien pero no veo a nadie y después de una vuelta, decidimos que nos quedamos a dormir en la explanada delante del camping que no parece mal sitio. En ese momento sale un coche del camping, parece alguien de mantenimiento y le pregunto a ver si está abierto y me dice que sí, que vaya a buscar al encargado y me señala una casa con un coche aparcado en la puerta.
Allá que voy y después de acojonarme con el perrazo que guarda la entrada y de pegar cuatro gritos, aparece un hombre en la puerta y le pregunto si es posible pasar una noche en el camping. Me da a entender que para una noche, ni abre la caja pero que me abre la puerta y que pasemos y mañana temprano que salgamos antes de las nueve y no nos cobra nada así que metemos la autoca, nos enchufamos y pasamos otra noche fantástica a orillas del Adriático frente a un pequeño puerto pesquero.
Al día siguiente, salimos temprano, tal y como hemos quedado con el encargado y nos vamos a Pula en busca de una lavandería. Nuestra idea era hacer la colada en el camping pero tenía todos los servicios cerrados. La lavandería que hemos encontrado en Internet debe hacer años que cerró y no encontramos una alternativa así que aplazamos la colada hasta el siguiente camping o lavandería que encontremos. Todavía tenemos unos días de margen.
Aprovechamos el resto del día en Pula para hacer algo de turismo. Visitamos el anfiteatro romano donde los pekes, como de costumbre en cuanto ven cuatro piedras, se dedican a correr y saltar de piedra en piedra con el consiguiente susto de la encargada que está paseando por allí. Les hace un gesto como diciéndoles que se bajen. Yo creo que más por miedo a que se hagan daño ellos que por el daño que le puedan hacer al patrimonio histórico.
Se cortan de subirse a las piedras pero ahora se les ocurre usar nuestros paraguas para ser gladiadores peleando en el centro del circo. De todo se puede hacer un juego y ellos son especialistas en eso. Después de la batalla en la arena del circo y de jugar un rato al escondite entre las ruinas, salimos del anfiteatro y de vuelta a la autoca, encontramos un parque donde los pekes juegan un rato antes de irnos.
Ya por la tarde, aprovechamos para hacer la compra en un Lidl que hemos visto durante el recorrido de la mañana en busca de lavandería y aprovechamos también que tiene una cafetería para sentarnos un ratillo a disfrutar de nuestro cappuccino. Estos italianos nos han enviciado, je je.
Ya es casi de noche cuando salimos de la cafetería. Hemos decidido poner rumbo al primer camping que visitamos ayer en Fazana porque, aunque estaba cerrado, el parking exterior era muy grande y resguardado y parecía un buen sitio para pasar la noche.
De camino hacia el camping, disfrutamos de un atardecer de colores espectaculares que, aunque no presagian buen tiempo, nos parece precioso. Después de sacar unas cuantas fotos, llegamos al parking que, efectivamente, resulta un sitio muy tranquilo para pasar la noche. Aparte de algún coche despistado pasando por la carretera cercana, ni un ruido.
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