Aunque escri...
Troya - Historia y mitología
Salimos de Bursa con buen tiempo pero según nos vamos moviendo hacia el oeste el tiempo va empeorando. La ruta es larga y tenemos pensado hacerla en tres días parando en un par de sitios para dormir.
Como no hay nada conocido en nuestra ruta cogemos google maps y elegimos a ojo Bandirma que es una ciudad pequeña y Cardak que es un pueblito porque parece que en ambos se puede aparcar fácil pero no vamos con intenciones de hacer turismo y el tiempo además no se presta demasiado.
Cuando llegamos a Bandirma el tiempo está ya bastante desapacible con frio y viento y lo que parecía un aparcamiento fácil no lo es tanto y al final conseguimos aparcar frente a un centro comercial en la entrada de la ciudad y allí vamos a pasar la noche. Nos acercamos al centro comercial por estirar un poco las piernas y está a tope como casi siempre que hemos entrado a uno. En esto de los centros comerciales no hay ninguna diferencia con cualquier otro centro europeo donde hayamos estado. En ese sentido están tan globalizados como nosotros.
A la mañana siguiente seguimos viaje y llegamos a Cardak con un tiempo parecido al de ayer, bastante frio y lluvia de vez en cuando. Estos días, la calefacción está haciendo su trabajo y lo hace a las mil maravillas. Nuestra Laika está bien preparada y dentro de la autoca estamos calentitos. Cardak es un pequeño pueblo con una terminal de Ferry que cruza el estrecho de Çanakkale y permite pasar a la parte europea ahorrando toda la vuelta por Estambul.
Damos una vuelta por el pueblo para buscar un sitio tranquilo para aparcarnos y al final nos quedamos en un pequeño aparcamiento de tierra junto al campo de futbol y aprovechamos el día para nuestras cosas cotidianas porque no apetece nada salir.
Después de una noche muy tranquila, desayunamos y nos ponemos en marcha que todavía nos queda una tirada hasta el pueblito de Tevfikiye, al lado de las ruinas de Troya (También le llaman Troia o Truva). Llegamos al área a media mañana. Es un área pequeña pero muy bien preparada. Incluso tenemos lavadora y aprovechamos para hacer un par de coladas que tendemos dentro del cobertizo porque de momento el tiempo no está muy claro.
En la misma área hay una especie de cafetería-restaurante con tienda de souvenirs incluida y el primer día, mientras Elena hace clase con los pekes, yo aprovecho las mesas de la cafetería para adelantar trabajo con el ordenador mientras me tomo un tecito. Cuando voy a pagar y me piden 3TL por el té me parece un poco caro para lo que hemos estado pagando hasta ahora y me lo pienso las siguientes veces. Al terminar me doy un paseo y busco la entrada para ir a la tarde a las ruinas de la ciudad de Troya que resulta que están bastante cerca a unos 500 mts. siguiendo la carretera.
Esa misma tarde nos vamos a visitarlas. Es curioso que a pesar de que todo el mundo conoce la historia del caballo de Troya, muy pocos saben ubicar la ciudad y mucho menos que está en Turquía (nosotros los primeros que no sabíamos exactamente dónde estaba).
Al llegar a las ruinas, vemos que toda la zona de la entrada está en obras y con un aspecto un poco dejado pero imagino que en estas fechas es normal. El reclamo turístico por excelencia es el gran caballo de madera que hay nada más entrar en la zona arqueológica y donde todo el mundo se hace las fotos de rigor.
Después recorremos el circuito arqueológico de las ruinas de la ciudad y descubrimos gracias a nuestra audio-guía que no hay una sola Troya sino unas 12 Troyas distintas a lo largo de la historia y la que Homero menciona en la Iliada es solo una de ellas. Hacemos el recorrido bastante rápido porque no hay casi nadie y justo justo empieza a chispear cuando estamos llegando de vuelta al caballo.
Allí nos quedamos un rato curioseando en la tienda de souvenirs y jugando en la base del caballo y se nos acercan unos gatos que, en cuanto te agachas un poco para acariciarlos, se te suben a los hombros y se quedan allí como si fueran un loro. A los pekes les hace mucha gracia y se quedan un rato jugando con ellos. Cuando ya se aburren, nos volvemos al área y disfrutamos tranquilamente del resto de la tarde.
Al día siguiente nos vamos a visitar la ciudad de Çanakkale. No tenemos un sitio claro para aparcar la autoca y después de unas vueltas por las estrechas calles de la zona del puerto, encontramos un parking cerca del museo naval y allí aparcamos. El chico del parking nos avisa que a las 6:30 cierra el parking y que si queremos sacar la autoca, tenemos que estar antes de esa hora. Tomamos nota.
Visitamos el museo naval militar que son un conjunto de jardines donde está expuesto diverso material naval militar como torpedos, minas marinas, cañones, etc… Tiene hasta los restos de un submarino turco hundido en la primera guerra mundial en la que Turquía combatió junto a los alemanes y también un periscopio de verdad donde los pekes salsean un rato mirando la costa del otro lado del estrecho . Todo el entorno está muy cuidado y es agradable pasear por allí.
Desde los mismos jardines del museo seguimos el paseo marítimo hasta llegar a la zona céntrica de Çanakkale donde está la reproducción a tamaño real del famoso caballo que usaron en la película de Troya. Sin duda, Hollywood ha hecho más por esta ciudad que todo el ministerio de turismo turco.
De vuelta al área, aprovechamos para hacer la compra en un Kipa y nos sorprende por tener unos precios bastante ajustados. De las cadenas de hipers que hemos probado en Turquía, Kipa es la que mejor relación calidad precio tiene a nuestro juicio (Hasta ahora por lo menos).
Al día siguiente, clase por la mañana y a la tarde queremos hacer una pequeña excursión hacia el cabo que marca el final por el sur del estrecho de Çanakkale. Cuando estamos intentando salir del pueblo, nos aborda un señor que insiste en que le sigamos hasta que conseguimos hacerle entender que ya estamos en el Troia Kamp. Al parecer hay otra area en el pueblo que vemos cuando vamos camino de Kumkale y allí es donde nos quería llevar.
Según google maps se puede llegar hasta el cabo y el GPS nos va acercando, pero pasando el pueblo de Kumkale, la carretera se convierte en una pista de adoquines que a ratos está bastante bacheada. La seguimos un rato pensando que será solo un trocito pero después de recorrer un par de kilómetros y de ver que nos quedan otros tres o cuatro, decidimos volvernos porque a la autoca le tiemblan todos los tornillos de andar por los adoquines y no nos hace mucha ilusión meterle una soba así sin necesidad así que volvemos al área y disfrutamos de nuestra última tarde en Troya jugando tranquilamente al LEGO.
Nuestros días en Troya tocan a su fin y al día siguiente después de vaciar y llenar depósitos salimos camino de otra ciudad, en este caso menos conocida pero también con mucha historia, Bergama.
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