Aunque escri...
Kiparissia-Methoni-Koroni - En el suroeste del Peloponeso
Paramos en Kiparissia porque nos pilla de camino hacia Methoni. No sabemos nada en especial de esta pequeña ciudad griega y como llegamos por la tarde y nos vamos mañana por la mañana justo nos da tiempo a dar una vuelta con la autoca para buscar un sitio donde dormir, paseíto por el pueblo bajando hasta la zona de la playa y café en una de las cafeterías de la plaza.
Aprovechamos que hemos aparcado al lado de la cafetería y que tienen WIFI para acercarnos a por el portátil y hacer una conexión de Skype con la familia y ponerles al día de nuestras andanzas.
Después vuelta a la autoca y bajamos hasta una explanada que hay al lado del puerto que es donde nos vamos a quedar a pasar la noche. Hacemos algo de clase, cena y a dormir.
Al día siguiente nos ponemos en ruta hacia Methoni, en el extremo suroeste del Peloponeso. Es muy conocido por el enorme fuerte en ruinas que tiene en el extremo de una pequeña península que sale del pueblo hacia el sur. Llegamos sin problemas y encontramos un pequeño parking al lado de la playa a 200 mts. del fuerte y del resto del pueblo. Un sitio fantástico para pasar una noche tranquila.
Como hemos llegado pronto, nos vamos a visitar el fuerte antes de comer. La entrada es como un pequeño puente de piedra de unos treinta metros de largo que cruza sobre un foso enorme. Después de recorrer un trecho siguiendo la línea de la muralla, se accede ya al interior del fuerte que es una gran explanada donde en su tiempo estaba la ciudadela protegida.
La recorremos siguiendo una sendero hacia el fondo y los pekes pueden moverse a sus anchas subiendo y bajando por donde quieren. En un momento dado, deciden irse por un camino paralelo al nuestro y se quedan atrás jugando a sus cosas. Nosotros seguimos hacia adelante pero al poco rato oímos llorar a Unai. Los tenemos ubicados aunque no los vemos desde donde estamos porque la hierba está muy crecida así que me retraso a buscarles a ver qué pasa.
Cuando me voy acercando veo que hay una señora cogiendo plantas en una bolsa. Lleva un pequeño cuchillo en la mano que usa para cortarlas pero, al parecer, los pekes al verla, se han asustado y han querido dar la vuelta e ir por el otro camino pero se han despistado y Unai se ha puesto nervioso. Los veo al fondo con Unai llorando a moco tendido, mientras la señora, que ya me ha visto, les habla intentando explicarles que ya voy e Iker intenta tranquilizar a su hermano haciéndole unos mimos.
Llegamos hasta ellos y les damos un gran abrazo, aunque a Unai todavía le cuesta un rato recuperarse. ¡Se han llevado un buen susto y eso que estábamos al lado!
Ya todos juntos llegamos hasta el fondo de la zona amurallada y pasamos a la pequeña isla comunicada con tierra por un puente de piedra. Esta isla alberga la torre octogonal que cierra la península por el sur y que se usaba como prisión y torre de vigilancia en su tiempo. Es una chulada y aunque no se puede subir hasta arriba, nos vamos satisfechos con la visita.
Después de comer y de dar clase damos una vueltita por el pueblo y acabamos en una cafetería porque ya es de noche y no está para andar por la calle. El sitio esta genial y tiene una mesa de billar. Los pekes quieren probarla pero está ocupada. Al rato se queda libre y vamos a echar una partidita con ellos. Acostumbrados a los billares que conocíamos, buscamos donde hay que echar el dinero pero resulta que este es gratis. Es como un servicio más del bar. ¡Qué bueno!
Después de un par de partidas aprendiendo e intentando no romper el tapete, lo dejamos y jugamos un poco con nuestros juegos en la mesa y enseguida nos vamos para la autoca. En la mayoría de los bares y cafeterías griegos estamos encontrando el problema del tabaco. Aquí se permite fumar y nos pasa como nos pasaba hace unos años en España, que sales con toda la ropa oliendo a tabaco y ahora no estamos para echar ropa a lavar cada día aparte de respirar el humo que tampoco nos hace mucha gracia, así que en cuanto vemos que el ambiente se carga un poco, nos vamos.
Al día siguiente salimos hacia Koroni, un pueblo en el otro extremo de la península en la que nos encontramos. Hoy me he levantado un poco "plof" sin ninguna razón aparente y lo comento con Elena por el camino.
Concluimos en que será cosa de los biorritmos y que ya se pasará pero pocos kilómetros antes de llegar a Koroni una Pick-up que se cruza con nosotros, levanta una piedra y nos da en todo el centro del parabrisas, haciéndole una buena grieta aunque sin romperlo. Seguramente es necesario cambiarlo. ¿Alguien cree en las premoniciones?
Esto que estando en casa es algo trivial, estando en Grecia ya no lo es tanto y tenemos que ver como lo solucionamos. De momento llegamos a Koroni y encontramos aparcamiento en el fondo del puerto. Hoy nos quedaremos aquí a pasar la noche.
Aunque estamos un poco preocupados hasta que sepamos cómo solucionar el tema del cristal, intentamos sustraernos y nos vamos de visita con los pekes al fuerte de Koroni aprovechando que hace bueno. Está en bastante mal estado y la visita no da para mucho así que volvemos a la autoca para comer. Yo me voy a dar una vuelta por el pueblo y veo una oficina de seguros y aprovecho para entrar y explicarles lo que nos ha pasado. No me pueden ayudar demasiado pero me consiguen el teléfono de Allianz en Kalamata y con esa información me voy para la autoca.
Sé que esto va a ser complicado porque hablar inglés con alguien que tienes delante es bastante más sencillo que hacerlo por teléfono pero como no queda más remedio me pongo a la faena y después de un par de vueltas acabo hablando con alguien en Allianz Atenas que me da a entender que ellos directamente no pueden hacer nada y que tienen que enviarle la autorización desde España.
Hablamos con nuestro agente de seguros en España y abrimos el siniestro pero vemos que lo más rápido va a ser cambiar el cristal en un Carglass griego pagando nosotros y reclamar después el dinero a la compañía y eso hacemos. El Carglass que nos queda mejor en la ruta es el de Khorintos y allí pedimos la cita por Internet para el día 23 de diciembre que es lo más pronto que podemos conseguir.
Mientras tanto nos quedamos en Koroni otra noche y en uno de los paseos para comprar pan, me fijo en una consulta de odontología que está muy cerca de donde estamos aparcados y se lo comento a Elena porque Unai tiene uno de los dientes que no se le acaba de caer mientras el nuevo está ya saliendo y nos gustaría que un dentista le echara un vistazo. Me acerco a ver si es posible y la chica que me atiende me dice que pasemos a las 14:30. ¡Perfecto!
Diez minutos antes, allí estamos puntuales toda la familia. Con Unai bastante nervioso y después de esperar un ratito pasamos. Son dos dentistas, la chica se llama María Helena y no conseguimos enterarnos del nombre de su compañero. En cuanto ven el diente nos dicen que sí que hay que quitarlo para que no moleste al nuevo que está saliendo. Cuando se lo digo a Unai, la idea no le gusta nada pero el trato que nos están dando es increíble y a pesar entendernos justito en inglés, controlan perfectamente la situación y consiguen que Unai este bastante tranquilo hasta que finalmente le quitan el diente casi sin que se entere y sin necesidad de anestesia. Como en consultorio está bastante cerca de donde estamos aparcados, nos preguntan por la autocaravana y les contamos por encima nuestra aventura y resulta que desde siempre también ha sido uno de sus sueños.
Cuando vamos a pagarles no nos quieren cobrar y eso que han estado más de media hora con Unai. Al final nos vamos de la consulta felices y pensando en cómo agradecérselo y al día siguiente vamos a una pastelería del pueblo, compramos una tarta y nos acercamos a llevársela aprovechando para despedirnos. !Que grandes personas nos estamos encontrando!
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