Aunque escri...
En la Dalmacia de Diocleciano (Split)
Amanece otro día despejado y salimos para Split en cuanto desayunamos para aprovechar el buen tiempo que en estas fechas, nunca se sabe cuándo va a cambiar.
Hemos pensado que vamos a ir directos a visitar Split y después ya nos iremos para el camping donde queremos quedarnos en Stobrec. Así que busco en el GPS tres parkings posibles en Split y vamos directos al primero de ellos.
Llegamos sin problemas y aunque en la entrada tiene carteles con el precio por hora para cada tipo de vehículo, no hay nadie en la garita y la barrera está quitada así que supongo que fuera de temporada será libre.
En cualquier caso entramos y aparcamos porque hay sitio de sobra. Empezamos a buscar una bajada hacia el puerto y la zona del paseo marítimo y resulta que estamos mucho más cerca de lo creíamos. ¡Genial!
Es domingo por la mañana y hace un día espectacular. Todo Split y parte del extranjero debe estar paseando por el paseo marítimo porque el gentío es impresionante para estar fuera de temporada. También es verdad que hay un enorme crucero atracado en el puerto e imaginamos que habrá un montón de gente del barco aprovechando para visitar la ciudad.
De todas formas, lo cierto es que en cuanto entramos por la puerta de la muralla hacia la plaza de Diocleciano, ya no parece que haya tanta gente y empezamos a disfrutar de nuestro paseo. Lo primero que hacemos, aparte de pasar por el obligatorio pasillo de tiendas de souvenirs situado estratégicamente, es subir al campanille. Para una vez que quieren subir los pekes hay que aprovechar.
Una escalera interior metálica de aspecto un poco descuidado te permite subir hasta arriba pero en algunos tramos da un poco de cosilla. Cuando llegamos al nivel de las campanas, vemos que hay cinco y se me ocurre decir en broma que como empiecen a tocar nos van a dejar sordos. Iker se lo toma al pie de la letra y dice que quiere bajarse. Nos cuesta un ratillo convencerle de que era una broma (Al menos ahora son y cuarto. Si realmente tocan, espero que sea a y media y en punto, je, je).
Bajamos del campanille y vemos como en las gradas de la plaza hay cojines invitando a sentarse y en un lateral hay un bar desde donde te sirven tu cappuccino (o lo que quieras) directamente a la plaza. ¡Vaya lujo de terraza!
Seguimos el paseo por el interior de la ciudadela y nos recuerda mucho a las calles de la ciudad vieja de Trogir que visitamos ayer. Callejeamos un buen rato hasta que los pekes empiezan a quejarse y nos vamos moviendo hacia la parte nueva.
Nos fijamos en grupos de chavales que pasan frente a nosotros con una especie de bollitos que tienen muy buena pinta y los seguimos hasta dar con la pastelería y compramos un par de ellos para probarlos. Buscamos unos bancos y nos sentamos a comer para descansar un poco y recuperar fuerzas.
Mientras, Elena echa un vistazo a sus notas sobre Split y me comenta que hay una colina cercana desde la que hay una vista preciosa de la ciudad. Con el día que hace tiene que ser realmente bonito así que después de un rato de descanso y de echar un vistazo al mapa, nos ponemos en marcha hacia las escaleras de Marjan que es el nombre de la colina que domina Split desde el norte.
Tras un rato de buena subida, llegamos a un falso llano donde hay un pequeño zoo y un área recreativa con unas construcciones hechas con troncos y cadenas para que jueguen los pekes y también hay cerca monte con rocas para subir y bajar. Evidentemente aquí nos quedamos y mientras los pekes juegan un buen rato, Elena y yo nos buscamos un banco en el que pega el solecito y simplemente pasamos el rato dejándonos calentar por el sol de otoño que tanto se agradece.
Es domingo al mediodía y hay un montón de familias disfrutando del día en el parque. ¡En estas fechas en cuanto sale el sol, todos a la calle que no se sabe cuándo lo vamos a volver a ver!
Con un buen rato de juego y descanso a nuestras espaldas, bajamos de nuevo hacia el puerto y callejeamos buscando algún chiringuito para comprar algo de comer y al igual que en Trogir, encontramos un puesto de pizzas que te vende un cuarto de pizza por 10Kn. (1,5€). Elena y yo cogemos uno cada uno y es más que suficiente para nuestra comida.
Despues de dar otro pequeño paseo recorriendo el exterior de la muralla de la ciudad, volvemos a la autoca y llegamos hasta Stobrec, a pocos kilómetros de Split, donde está el camping Split en el que nos vamos a quedar hasta que mejore un poco el tiempo porque para mañana ya dan malo y con viento muy fuerte.
El entorno del camping es precioso y el propio camping está fenomenal y aunque nos sale un poco caro para nuestro presupuesto (25€/día), nos quedamos porque con el tiempo que viene preferimos estar unos días tranquilos.
Al final nos quedamos cuatro días porque el tiempo no mejora pero a pesar de que llueve bastante, aprovechamos los ratos sin lluvia para conocer los alrededores y disfrutar de las instalaciones del camping. Sobre todo de un mini-campo de futbol de hierba artificial en el que echamos unos partidos super divertidos.
Una de las tardes nos acercamos paseando hasta el centro del pueblo de Stobrec que quedaba bastante cerca y mientras los pekes aprovechaban para jugar un rato en un parque que encontramos, empezamos a ver que la gente se iba concentrando en una especie de altar que había cerca del parque y todos traían un farolillo rojo con una vela dentro. No sacamos fotos por respeto al sentimiento que se respiraba en el ambiente.
En menos de media hora se habían concentrado allí más de cien personas, incluso habían venido todos los niños de la escuela del pueblo. Nos quedamos un rato curioseando pero viendo que simplemente estaban allí y no pasaba nada, nos volvimos para el camping diciendo que ya le preguntaríamos a alguien por la celebración aunque realmente después se nos olvidó y ese día nos quedamos sin saber de qué se trataba (Posteriormente investigamos un poco en Internet y vimos que la fecha coincidía con la Masacre de Vukovar durante la guerra de los Balcanes e imaginamos que sería un recordatorio de aquel día)
Todos los días miramos la meteo para ver cuándo puede ser el mejor momento para salir. Los primeros días dan lluvia y vientos muy fuertes y después de la experiencia de Rijeka, no queremos saber nada con el viento. Por fin al cuarto día vemos que hay una ventana de buen tiempo y preparamos todo.
Nuestro siguiente destino: Dubrovnik, la perla del Adriático.
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