Aunque escri...
El vértigo del último día
Llevaba ya varios días con un nudo en el pecho. Realmente el día iba a llegar. Un día mil veces imaginado en las fantasías que nos hemos permitido desde que decidimos partir.
No se cómo se imaginará cada uno su ultimo día de trabajo (durante tres años al menos) pero yo me lo imaginaba como un día tranquilo, con todos los temas ya cerrados. Un día en el que poder recoger tranquilamente la mesa y poder compartir un rato con los compañeros despidiéndonos como la ocasión se merece.
Pero esto es informática. Aquí no hay tregua y un proyecto de última hora que realmente puede ser muy importante para mi empresa me ocupó toda la última semana y parte de la anterior así que ni recoger tranquilamente la mesa, ni rato tranquilo con los compañeros ni nada que se le parezca.
Al final, la mesa se quedó como si fuera a volver el lunes y de los compañeros me tuve que despedir en cinco minutos y a toda pastilla porque Elena me estaba esperando fuera para salir pitando a buscar a los pekes que estaban en el pueblo con mis suegros esperándonos después de una semana sin verles. En fin, que antes de irnos definitivamente en septiembre me pasaré por allí para despedirme como dios manda. ¡Un abrazo compañeros!
Pero de estos detalles de la guerra diaria, lo más curioso es el vértigo que sentí cuando salí por la puerta. Todos hemos tenido ese día en que salimos por la puerta y sabemos que no vamos a volver hasta dentro de 2 ó 3 semanas y normalmente se siente alivio porque sabes que vas a poder estar relajado durante gran parte de ese tiempo pero en esta ocasión no sentí ese alivio. Tampoco diría que sentí una gran alegría, imagino que por que la alegría estaba ya asumida pero lo que si sentí es un tremendo vértigo.
El vértigo de abandonar lo conocido y empezar una nueva vida. El vértigo de poner tu vida del revés y empezar en algo en lo que no tienes experiencia. El vértigo de cambiar de horarios, de hábitos, de lugares, de personas. El vértigo de no saber dónde vamos a dormir esa noche o dónde estaremos al día siguiente.
Hasta septiembre no partimos pero los cambios ya han empezado.
Nuestra casa está ya prácticamente vacía para poderla alquilar a partir del mes que viene.
Nosotros podemos dedicarnos ya 100% a cerrar los últimos detalles del viaje que son muchos más de los que quisiéramos a estas alturas.
Los pekes están ya matriculados en el CIDEAD, ya tenemos todos sus libros en casa y en septiembre empiezan su nueva aventura escolar con sus padres como profesores.
Nuestra aventura va teniendo algún eco mediático y las ultimas semanas aparecimos en un artículo de la Vanguardia (http://www.lavanguardia.com/vida/20130714/54377506118/nomadas-familia.html) y en una entrevista en la red social para familias viajeras Kids&Trips (http://kidsandtrips.org/entrevista/hablamos-con-4-por-el-mundo-una-famil...)
Hemos enseñado a los abuelos a usar Skype y les hemos instalado un sistema que funciona directamente sobre la TV para que no necesiten el ordenador y podamos vernos a pantalla grande. Veremos que tal funciona en la práctica.
Y cientos de pequeños detalles más que vamos cerrando cada día.
Vemos acercarse el día de la partida a toda velocidad y simplemente aspiramos a que nos pille lo más preparados posible porque todo todo, seguro que no va a estar.
Algo se quedará sin hacer, pero seguro que no era muy necesario.
Algo se quedará sin cargar, pero seguro que no hacía tanta falta.
Algo se olvidará en un cajón, pero seguirá allí a la vuelta.
Algo se quedará sin aprender, pero seguro que lo podemos aprender mejor por el camino.
Lo único que no podemos dejarnos aquí son nuestras ganas de vivir y esas van siempre con nosotros.
En cuanto acaban las vacaciones, empieza nuestra nueva vida.
5 semanas para partir.