Aunque escri...
Tesalónica-Kavala - Conociendo el Noreste
Salimos de Meteora camino de Tesalónica. El viaje es largo y lo hacemos en dos jornadas con una parada en medio en un pueblo llamado Vergina porque tenemos registrada allí un área-parking que encontramos en Internet. Hacemos el trayecto con mucha niebla por primera vez en todo el viaje y llegamos a Vergina poco antes del mediodía.
Comemos, hacemos clase y ya por la tarde, salimos a dar un paseo por el pueblo aunque como hace bastante frio, enseguida nos metemos en un bar y acabamos quedándonos a cenar porque también preparan comida y a precios bastante económicos para lo que hemos encontrado hasta ahora en Grecia. Nosotros probamos el Sublaki en pan de pita y los pekes se quedan en un sándwich de jamón y queso. No acabamos de conseguir que se lancen a probar comidas nuevas.
Al día siguiente hacemos nuestra segunda etapa hacia Tesalónica y llegamos con frio pero con un día espléndido y vamos directos al parking de la feria de muestras. La entrada es bastante angosta y tenemos que plegar los espejos para pasar pero encontramos un buen sitio al final del parking y estacionamos sin más contratiempos.
Justo cuando terminamos de aparcar, recibimos un mail de Sarah y Greg (la pareja australiana que conocimos en Meteora) donde nos dicen que están en un área cerca del aeropuerto de Tesalónica, donde hay electricidad, agua, vaciado, lavadora… y todo gratis por gentileza de una tienda de Autocaravanas y accesorios (Zampetas Camper Stop). Vamos, el sueño de cualquier caravanista… Ya que estamos aparcados, vamos a aprovechar para conocer la ciudad y a la tarde, nos iremos para el área a pasar la noche.
Nada más salir del parking vemos los restos del parque de navidad de Tesalónica que ha estado instalado en la feria de muestras. Los pekes se llevan una gran desilusión cuando les decimos que no podemos ir porque lo están desmontando. Nuestra primera escala en Tesalónica es la Torre Blanca, símbolo de la ciudad y destino obligado pero para nuestra desilusión, cierran a las 15:00, son las 14:50 y ya no dejan subir. Se nos ha fastidiado la primera visita prevista. La verdad es que no vivimos muy pendientes de la hora pero a veces eso tiene sus peguillas.
En fin, vamos a por nuestra segunda opción que es un dar una vuelta por el paseo marítimo hasta la plaza Aristóteles y luego callejear hacia el norte. Disfrutamos del paseo marítimo y alucinamos con todos los restaurantes y cafeterías que hay a todo lo largo, ¡es un jueves al mediodía y están todos hasta los topes y eso que se supone que hay crisis!
Cuando nos metemos por las calles interiores resulta que esta es la principal arteria comercial de Tesalónica y lo que nos encontramos son todas las tiendas de moda de todas las marcas que te puedas imaginas concentradas y también hasta los topes. ¡No nos lo podemos creer porque además los precios no son nada económicos! Después de un rato nos damos cuenta de que estamos en la primera semana de rebajas e imaginamos que será por eso aunque de todas formas buscamos una salida por las calles laterales porque tanta gente y tanto consumo nos están estresando un poquillo.
Llegamos hasta la Rotonda de St.George que es una zona estudiantil y allí se respira un ambientillo más agradable con tiendas más hippies y de artesanía. Disfrutamos un ratos de esta zona antes de volver ya para la autoca y ponernos en camino para el área de Zampetas.
Cuando llegamos, nos reencontramos con Sarah y Greg y nos aparcamos al lado. Les damos las gracias por la información del área y Sarah me acompaña a presentarnos al dueño del negocio de Autocaravanas. Charlamos un rato y nos ponemos con la intendencia de la autoca.
Aprovechamos para enchufarnos, coger agua y poner una lavadora y de paso comprar en la tienda algunas cosillas que necesitábamos para la autoca. Sarah y Greg se van al día siguiente y nosotros nos quedamos una noche más para dar tiempo a la ropa a secarse. Por allí no hay mucho más que hacer y al tercer día, después de agradecer la hospitalidad recibida, salimos rumbo a la ciudad de Kavala.
Llegamos a Kavala el domingo por la tarde que siempre nos parece un buen momento para entrar en ciudades grandes porque suele haber menos tráfico y es más sencillo encontrar aparcamiento. Después de un par de vueltas encontramos un sitio fantástico en pleno paseo marítimo, muy cerca del centro y sobre todo cerca para poder subir mañana al castillo. Nos parece un poco raro que haya tanto sitio en pleno centro pero después de un par de vueltas no veo ningún cartel que prohíba el aparcamiento y allí nos quedamos.
Mientras Elena me ayuda desde la acera con sus indicaciones para aparcar, una pareja que pasaba por allí, ve nuestra matricula española y se paran a hablar con Elena. Se llaman Gloria y Nico, ella es mexicana y él griego y viven en Kavala. Charlan un ratillo con Elena mientras termino de aparcar y después siguen su paseo.
Vamos a un parque cercano para que los pekes corran un poco y después volvemos a la autoca para hacer algo de clase, cenar y descansar que mañana toca visita. Cuando estamos ya metidos en medio de la clase, llaman a la puerta y resulta que es la pareja que habíamos conocido antes que viene a invitarnos a tomar un café. Nos disculpamos con muchísima pena porque estamos ya todos en pijama y con los pekes a media clase. ¡Que majos… otra vez será!
Al día siguiente amanece muy bueno pero lo segundo que vemos después de mirar el tiempo es que estamos completamente rodeados de coches, autobuses, camionetas de reparto y cualquier otro vehículo que se te ocurra hasta en tercera fila. Menos mal que el morro de la Autoca sobresale un poco de la línea de coches aparcados y no nos han puesto ninguno delante. Esto sí que es el mogollón del centro de verdad.
Intentamos abstraernos del barullo que se mueve a nuestro alrededor, desayunamos y nos ponemos en marcha hacia el Castillo de Kavala que se ve frente a nosotros en lo alto de una colina que domina todo el puerto. No sabemos exactamente el camino y nos perdemos un poco por las estrechas callejuelas de la zona vieja hasta dar con la ruta buena y plantarnos en la puerta. Cogemos los tickets y entramos. Es
por la mañana y estamos solos como de costumbre lo que añade un puntillo de encanto extra a la visita.
Las vistas desde la torre principal son espectaculares y con este día más. Nos hartamos de tirar fotos, nos subimos también a la muralla y entramos en un par de estancias. Una de ellas está llena de balas de cañon y los pekes se entretienen intentando levantarlas.
Hacemos una segunda subida a la torre para y ya bajamos del castillo por el otro lado y bajando, bajando, acabamos en unos acantilados que bajan hasta el mar que está en calma, verde y cristalino. ¡Vaya día! Aprovechamos que hay un camino que bordea los acantilados y lo seguimos hasta llegar de nuevo al puerto. ¡Que paseo más chulo!
En el puerto, nos sentamos en un banco para que los pekes hagan un poco de almuerzo y descansen porque dicen que llevamos mucho tiempo andando. Comen algo rápido y se les pasa enseguida el cansancio en cuento ven unas rocas cercanas con una pinta muy escalable. Allí se van y se pasan un buen rato subiendo y bajando. ¡Para eso nunca están cansados!
Cuando ya se hartan de saltar de roca en roca nos vamos ya para la autoca que queremos salir cuanto antes del mogollón en el que estamos aparcados. A ver si hay suerte y no nos han puesto nada delante...
Nuestro siguiente destino: Alexandroupolis. Última etapa griega antes de pasar ya a Turquía.
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