Aunque escri...
Por tierras francesas (Les Arcs y Antibes)
Salimos de Balaruc y después de un buen rato de autopista con mucho tráfico, llegamos al área que esta junto a una pequeña tienda de venta directa de una cooperativa del pueblo. Hay varias autocas, algunas de ellas parece que están instaladas perpetuas pero se ve que no es un sitio turístico. Incluso hay un autobús vivienda enorme que parece aparcado en hibernación.
Nos instalamos y como es costumbre salimos a dar una vuelta por los alrededores y andamos hacia el centro del pueblo que tiene una estación de tren que parece importante a juzgar por la cantidad de gente que hay en los alrededores. Seguimos y un poco más allá y descubrimos un campo de futbol/baloncesto que esta genial porque esta todo cerrado con vallas y redes incluso en el techo y el balón no se escapa, pero ahora está ocupado. Al lado hay una explanada de tierra y nos vamos a jugar allí.
Al rato se queda libre el campo y entramos los cuatro a jugar un partidito de futbol y nos lo pasamos genial. Mientras estamos jugando, se acerca una niña de la edad de los pekes o un poco más pequeña y viene y sin más, me da un beso super-tierno y me dice en francés que quiere jugar con nosotros. Yo creo que estábamos armando tanta bulla que la cosa parecía divertida y ella estaba toda aburrida con su madre en unos columpios cercanos. Se llama Noemí y se apunta a nuestro partido con su madre mirando desde la entrada del campo.
Disfrutamos mucho de nuestro partido hasta que vienen unos chicos a entrenar y les dejamos el campo libre, nos despedimos de Noemí y de su madre y nos vamos para la autoca a cenar y a dormir que hoy ha sido un día duro.
Al día siguiente aprovechamos para vaciar las aguas grises y llenamos los depósitos de agua y salimos nada más desayunar porque queremos llegar pronto a Antibes a donde llegamos al mediodía. El área a donde llegamos resulta que es el parking del Maryneland de Antibes. Tienen un espacio reservado para las Autocas y te cobran 1€/h. con un mínimo de 10€.
Nos equivocamos al entrar y entramos por la entrada del parking de los coches y me cabreo un poco pensando que nos van a clavar 7€ que es el precio que pone y que luego encima tendremos que pagar los 10€ del parking de autocas, pero intento salir sin pagar porque no ha pasado ni un minuto a ver si cuela y efectivamente cuela y salimos sin pagar y aparcamos en el parking de las autocas donde solo hay ocupada otra plaza.
Nos vamos a dar un paseíto antes de comer a ver si encontramos algún sitio para comprar el pan pero cruzamos a la Route du Bord du Mer y la verdad es que ese paseo es muy chulo porque va al lado del mar pero no tiene ninguna tienda, solo están las playas y el casino "La siesta". Nos damos cuenta y nos damos la vuelta para volver a la autoca pero en el camino de vuelta vemos que un poco más adelante en el paseo hay bastantes autocas aparcadas y nos acercamos porque el sitio parece genial. Llegamos hasta allí y pregunto a uno de los campistas y me dice que en estas fechas no hay problema en pasar la noche allí.
Decidimos que vamos a traer la autoca aquí pero que voy yo solo porque tardo menos que si vamos hasta allí con los pekes, así que ellos se quedan con Elena jugando en la playa y yo me voy para el parking de Maryneland a por la autoca.
Llego enseguida pero cuando voy al cajero del parking, veo que el aparato para pagar con la tarjeta no funciona. Después de probar un par de veces y de jurar en hebreo, se me acerca un chico que luego veo que es el otro campista que está en el área de autocas. Le explico en francés lo que pasa y me dice que llamemos por un telefonillo que hay en la barrera. Habla él con la chica y nos dice que hay que ir a pagar a la ventanilla de Maryneland. Me cabreo porque está en el culo del mundo al otro lado del parking y sé que Elena y los pekes me están esperando, pero como no queda más remedio, voy para allá y le explico en francés lo que me pasa. Me dice que solo llevo 50 minutos y que el mínimo son 10 Euros que equivaldrían a 10 horas. Le digo que ya lo sé pero que tenemos una emergencia y tenemos que salir. Se apiada de mí y me sella el ticket sin pagar. Después de las carreritas, por lo menos no nos ha costado nada.
Ahora salgo ya sin problemas, pero nuestro amigo el GPS se empeña en que para pasar a la Route du Bord du Mar tengo que pasar por un paso subterráneo de 2,5 mts. con nuestra Laika de 3,20 y yo no estoy por la labor y sigo por la ruta paralela hasta que me diga otra ruta posible y al final, el tema es que no hay más pasos hasta llegar a Antibes y allí cojo una rotonda y ya enfilo la ruta buena y consigo llegar hasta la playa donde están Elena y los pekes y aparcamos la Autoca frente a la playa, junto a otras 6 ó 7, en un sitio genial y gratis.
Comemos y echamos un minisiesta (nosotros, porque los pekes prefieren ver sus dibujos en euskera) y a media tarde salimos para Antibes que está a unos 2 Kms. Andando por el paseo.
Llegamos en un rato (con los pekes haciendo casi todo el paseo por las rocas, son unas máquinas!!!) a un fuerte enorme que hay a la entrada de Antibes por el norte y que visto desde fuera me recuerda al fuerte que hay en las afueras de Jaca.
Llegamos hacia las 5 y resulta que es la hora a la que se supone que cierran las puertas del fuerte y hay carteles que te avisan que tengas cuidado con las horas de cierre, imaginamos que es para que no te quedes dentro. Todavía no estamos hechos a estos horarios europeos de cerrar a las 5 y no nos arriesgamos a entrar y quedarnos dentro así que decidimos hacer un paseo rodeando el fuerte por el exterior y resulta muy entretenido porque vemos todas las dársenas donde están atracados un montón de Super-yates de los super-millonarios. Algunos parecen casi mini-trasatlanticos. Una pasada de barcos.
Haciendo la vuelta completa vemos los barcos de todos los tamaños hasta los más sencillitos. Estamos machacados porque el paseo ha sido largo y buscamos un bar para sentarnos a tomar algo. Encontramos uno cerca de la estación con una pinta fantástica y entramos pero cuanto pedimos nuestros cafecitos nos dicen que ni cafecitos, ni chocolates ni nada caliente. Que ahora solo cosas frías. Será costumbre francesa hacer esto a partir de una hora, digo yo.
Así que, sin ganas de dar más vueltas, entramos en la estación de Antibes y sacamos unos chocolates para los pekes en una máquina de vending y nosotros a mirar al techo porque encima me he dejado la cartera en la autoca y Elena no tiene más suelto. Por lo menos hemos traído un paquetito de bizcochos de los que les gustan a los pekes y nos sentamos en los bancos de la estación a disfrutar de los bizcochos y el chocolate. Placeres sencillos.
Después toca ponerse en marcha para volver y vamos andando mientras miramos a ver si vemos una parada de autobús. Vemos una pero solo nos acerca hasta menos de la mitad del recorrido y pasamos de esperarlo. Al final poco a poco nos hacemos todo el paseo de vuelta. Nosotros machacados y los pekes sin quejarse ni media, saltando por las rocas y cantando toda la última mitad del recorrido. Me parece que los que vamos a quejarnos al final vamos a ser nosotros. Nos han dado una buena lección.
Con la soba que llevamos, cenamos y a la cama que mañana encima nos toca madrugar porque queremos salir con los pekes dormidos para avanzar y pasar ya a Italia
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