Aunque escri...
Las primeras despedidas
El viernes pasado celebramos en la ikastola de los pekes, la fiesta de fin de curso. Bailes, nervios, merienda, corrillos de padres y madres y las primeras despedidas de verdad.
Aunque todavía quedan dos meses para partir, a muchos de los compañeros de los pekes ya no van a verles hasta por lo menos dentro de un año, al menos en persona y eso empieza a asustar un poco. Es la parte triste, el reverso de cualquier proyecto de viaje largo que nos gustaría poder evitar pero no es posible. No se puede estar en misa y repicando.
Si quieres estar 3 años dando vueltas por el mundo vas a vivir muchas cosas pero vas a perder el contacto cercano con tus amigos durante el tiempo que dure el viaje. Los mayores podemos llevarlo mejor porque el trajín diario tampoco nos permite estar con nuestros amigos tanto como quisiéramos pero los pekes pasan con sus compañeros, entre la clase, el comedor y el patio, 8 horas juntos y a algunos de ellos los van a echar mucho de menos. Y ya lo notamos.
Estos días han estado, y siguen aún, bastante nerviosos y con los sentimientos a flor de piel y aunque no sean conscientes de ello o no lo puedan explicar, está claro que todo esto les afecta. El viernes en la fiesta de fin de curso, después de los bailes subieron a sus clases y, según nos han contado porque nosotros no estábamos allí, hicieron una pequeña “ceremonia” y sus compañeros fueron despidiéndose uno a uno. Nos encantó cuando nos lo contaron y nos ha parecido un detalle muy bonito por parte de las andereños. Gracias por todo Bego y Jasone.
Pero no solo ellos se despiden. Nosotros también empezamos a tener sabor a despedida en los labios y estamos estos días un poco melancólicos porque cuando llega el verano (Aunque no sabemos si este año llegará), todos nos empezamos a dispersar y hay amigos y familia a la que seguramente ya no veremos hasta la vuelta el año que viene.
Lo tenemos asumido pero no podemos evitar sentirnos un poco tristes porque los grandes y pequeños momentos compartidos nos unen y forman parte de nuestra vida y dejarlos atrás cuesta.
Quizá la noche de San Juan y el salto sobre la hoguera sea la metáfora del nuevo camino que vamos a empezar y parece que nos invita a dejar atrás nuestra vida actual y a adaptarnos cuanto antes a la nueva que nos viene, y seguramente sería bastante sensato hacerlo.
Pero nosotros no queremos olvidar. Queremos llevar con nosotros todos estos recuerdos que nos han hecho muy felices aquí y llevarlos por el mundo para que crezcan y se alimenten de sus maravillas y aprendan de sus gentes y podamos devolverlos viajados y sabios cuando volvamos.
10 semanas para partir. Toda la vida para soñar.
Seguimos trabajando.