Aunque escri...
La trastienda de un viaje de tres años
Llegarán los días de atardeceres al borde del mar en una hermosa cala y llegarán también las noches estrelladas compartiendo cena e historias con vecinos venidos de quien sabe dónde...
Pero de momento todo eso está solo en nuestra imaginación y lo que nos toca durante estos meses es un trabajo de trastienda bastante menos bucólico y más terrestre. En concreto, este fin de semana tocaba ir vaciando la casa.
Como ya hemos explicado en el apartado que habla de la parte económica del viaje, uno de los requisitos para poder realizarlo es que nuestra actual vivienda se tiene que quedar alquilada para que de esta forma se pueda seguir pagando la hipoteca sin que nos suponga un gasto adicional que no podríamos permitirnos. Para poder alquilarla tenemos que sacar todas nuestras cosas y hacer esto mientras sigues viviendo en la casa que tienes que vaciar, es un verdadero coñazo y cualquiera que haya tenido que hacer una mudanza lo sabe. Así que lo estamos haciendo por etapas y este fin de semana tocaba una de ellas.
La mayoría de las veces que se hace una mudanza suele ser para irse a un piso más grande y bastante liado estás como para ponerte a hacer limpia de cosas. Pero en nuestro caso, nos mudamos a un piso de 17mts. y tampoco disponemos de mucho sitio aparte para almacenar demasiadas cosas hasta nuestro regreso así que se impone una selección "sin piedad" para reducir el número de trastos.
Es increíble la de cosas que vamos almacenando a lo largo de los años, la mayoría inútiles, y aunque estoy convencido de nadie lo va a hacer si no se ve obligado (yo el primero), creo que de vez en cuando sería muy saludable pararse a hacer una "limpia" y aprovechar para reciclar, regalar o vender gran parte de esos trastos que llevamos años sin usar.
Cuando tienes niños esto se multiplica de forma exponencial y deshacerse de cualquier juguete, aunque sea de hace cuatro años, se vuelve una tarea complicada y los "porsiacasos" y los "porsialgúndialousan" acaban saturando nuestros armarios y convirtiendo sus habitaciones en enormes almacenes de juguetes donde no se puede jugar.
Si eres de los que no tiras nada porque siempre piensas que algún día lo vas a usar, hace años leí un método muy ingenioso para deshacerte de cosas sin sentir demasiados remordimientos: Las metes en una caja, la cierras y le pones la fecha del día sin escribir ninguna nota respecto a lo que hay dentro y la guardas. Si al cabo de 3 años todavía no has tenido que abrirla es que no necesitas nada de lo que hay dentro y te puedes deshacer de la caja tranquilamente y, por supuesto, sin abrirla.
En fin, que ha sido un fin de semana de mucho curro pero hemos dado un paso más en la dirección correcta. La casa está un poco más vacía y nuestra ilusión un poco más llena.
Seguimos trabajando.